martes, 11 de marzo de 2014

Pasando de los cuarenta…

Es su cumpleaños, su cincuenta aniversario, esta sentado en una plaza comercial, frente a un aparador que refleja un bosquejo mal dibujado de lo que él algún día fue...
 
Tiene un abultado estomago resultado de su vida sedentaria, sus piernas flacas están enfundadas en un pantalón de mezclilla despintado, viste una playera recuerdo de su viaje a los Cabos, su cara ya colgada por los años remata en una incipiente papada, un corto cabello canoso deja ver una calvicie cubierta de pecas, unos lentes de aumento descansan en su nariz, dándole una perfecta vista de ese reflejo que de su edad no miente...
 
Con una media sonrisa de resignación se toca el estómago mientras con la otra mano ve la hora, son las cinco menos cuarto, lleva media hora sentado repasando lo que fueron sus primeros cincuenta años...
 
Aún recuerda como si fuera ayer su primera vez, cuando perdió su virginidad, cuando después de muchas historias inventadas supo en verdad que se sentía estar con una mujer, fue a los dieciséis años, lo recuerda y sonríe, siempre presumía con todos sus amigos de ser todo un veterano en el amor y cuando llego esa primera vez de los nervios no podía ni desabrocharse el pantalón, le toco estar con una dama muy experimentada, una mujer que fue por ellos contratada, ahí desfilo junto con dos amigos, ahí los tres compartieron esa primera vez...
 
La experiencia no tuvo nada de mágico, un cuarto estrecho y oscuro, un colchón cansado de tantas batallas montado en una cama que de todo rechinaba, los rechinidos y sus nervios hicieron  de esa primera experiencia los cinco minutos más largos de su vida...
 
Que gran diferencia de cuando lo hizo por amor, en aquellos días en que podía estar todo el día haciendo el amor, cuando experimentaba cualquier posición, cuando no se tenía que detener por calambres en los pies...
 
Recuerdos de su primer empleo, de cuando supo lo que era ganarse el dinero, de cómo llegaba a su casa con todo el sueldo en su pantalón, presumiendo de su pago, de cómo le tocaba invitar a todos a cenar, de cuando sonriendo aprendió que tal vez no era la mejor decisión darles a sus padres y hermanos esa información...
 
Recuerda su primer matrimonio, lo bella que era su esposa, lo nervioso que él estaba, lo hermoso de todo el momento, de la luna de miel, de los primeros meses, de cómo el empezó a perderse...
 
Remembranzas de su lucha interna, de cómo buscaba seguir siendo ese joven soltero, a la caza siempre de chicas, sin importar realmente como estuvieran, todo era solo el tener más trofeos colgados en un orgullo inmaduro nunca satisfecho, esto le costó otros tres matrimonios, todos con bellas mujeres, todas terminaron por las mismas razones, nunca llegaron más allá de pasar solo la novedad del momento, nunca eran suficientes, el nunca comprendió que no eran ellas, era el quien tenía el problema...
 
Siempre vivió rodeado de mujeres muy bellas pero nunca del todo le llenaban, siempre necesitaba la novedad para despertar una hombría resuelta a estar dormida, no podía estar solo con una, no podía darle explicaciones a ninguna.
 
Ya pasando los cuarenta, sumido en una frívola vida llena de conquistas se topo con un antiguo compañero de la escuela, alguien con el que coincidió en una fiesta de conocidos comunes, de jóvenes habían tenido algunas experiencias pero nunca le dieron importancia, siempre lo tomaron como tonterías de jóvenes llenos de testosterona, ahora ya más viejos todo fluyo de forma natural, dos hombres maduros que encontraron una forma diferente de amar, no vivieron un conflicto por remordimientos mal encausados, no tenían por qué justificarse, no tenían con quien justificarse, una gran diferencia veían en esa naciente relación, no había que más buscar, no había ya conflictos que solucionar, no había necesidad de nuevos trofeos para cazar, era mucho más que solo dos seres que se buscaban acompañar...
 
Sentado en esa banca le llegan todos los recuerdos, con una sonrisa saluda de nuevo a ese gran aparador, pero esta vez a través de su reflejo, hacia dentro de la tienda, donde su compañero por fin termino de comprar todo lo que necesitan para montar su regalo de cumpleaños, es una gran pantalla, la nueva base, las nuevas bocinas, los cables para el sistema de sonido, el control universal. Todo lo necesario para la tranquilidad de un hombre en su hogar... Sin importar su diversidad sexual.
 
 
 
 

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