lunes, 28 de julio de 2014

Para traerla de vuelta...

Un niño lloraba amargamente afuera de su casa, tiene cuatro años, tiene sus manitas tapándose la cara mientras llora con un gran sentimiento, su cuerpecito se agita con el llanto, como una hoja agitada por el viento...
 
En el interior de la casa están velando a su madre, está toda la familia reunida, todos dentro llorando la imprevista muerte, el esposo está inconsolable, sentado en una silla, con sus manos aferradas al féretro, ya no tiene fuerzas para estar parado, toda la noche le ha llorado.
 
Una hermana de la difunta sale al patio al escuchar al niño llorar, ella también ha estado toda la noche en vela, se acerca al niño y lo abraza, él, al sentir sus brazos, de nuevo se deshace en llanto.
 
Ya hijito, no llores, tu mami está en el cielo, desde allá nos va a estar cuidando, no sufrió, Diosito se la llevo...
 
El niño la volteó a ver, no comprendía sus palabras, ¿A quién se llevaron? No entendía a lo que se refería su tía...
 
Tía, ¿Quién se ha ido? ¿Por qué están todos llorando? 
 
Porque se fue tu mamita, ¿Por qué estás tú llorando?
 
El niño se le quedó viendo y de nuevo sus ojos se humedecieron, con su manita apuntó a un árbol y le dijo Mi cometa se atoró en lo alto del árbol, ¿Crees que mi mamita me lo pueda bajar, ahora que regrese de donde se fue? 
 
La tía se llevó una mano a la cara, tapándose la boca, mientras sentía cómo se le estrujaba el alma, no le pudo contestar nada, sólo sentía cómo se le escurrían las lágrimas y sin decir más, sólo lo abrazó, sin poder evitar el llorar por ese niño inocente, que no tenía la capacidad de comprender lo que estaba pasando, cómo explicarle, que cuando su mamá volaba libremente, también se había quedado atorada en un árbol, mucho más grande que el que tenía su cometa, y que nadie podía hacer nada...  Para traerla de vuelta.
 
 
 
 
 

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