Estaba sentado en una mesa, en su mano derecha tenía una pistola
y en su mano izquierda una botella, frente a él había una hoja escrita con
letra mal hecha.
Era una hoja de despedida poniendo en orden una herencia. Una
carta para comprobar que todas las cosas se dejaban al mejor amigo; la casa, el
automóvil. El dinero que había en diferentes cuentas bancarias. Todo el fruto
de una vida de trabajo dejado a un amigo; todo estaba bien especificado,
detallando los números de cuenta, instrucciones detalladas para el notario que tenía
las escrituras de sus propiedades. Todo quedaba por herencia al único amigo.
Con la punta de la pistola enderezó la hoja para leerla
nuevamente, todo estaba en orden, bien escrito, bien detallado. Confirmando que
no habría problemas legales para que se cumpliera esa última voluntad, le dio
un gran trago a la botella que tenía en la mano.
Después bajó la botella, volteó a ver a su mejor amigo, que
estaba atado a una silla frente a él, con un trapo tapándole la boca, con la
cara toda golpeada y dándole una señal de despedida, con una sonrisa por todo
lo que le heredaban, le dio un disparo a su amigo… En medio de su aterrada
mirada.
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