sábado, 16 de noviembre de 2013

De una madre a su hija...

Te veo emocionada preparándote para partir, arreglando tus cosas. Es inevitable seguir viéndote con la misma cara de niña de cuando me pedias que viera bajo tu cama para estar segura que no había nada... 

Siempre serás mi bebe, eres ahora toda una mujer; tienes más edad de la que yo cuando me case, el tiempo impasible a cada una nos ha dado nuestro lugar... 

Ahora ya estas lista para partir, ahora es el tiempo de verte partir. Es inevitable ver reflejado mis gestos en ti, algunas manías antes mías ahora son tuyas; como el arreglarte el cabello con el mismo dedo como yo lo haría, es como un recuerdo de mis tiempos de juventud, cuando tenía tu edad, cuando te vi nacer. 

Eres el reflejo de tu padre y tu madre, eres el resultado del amor que te procreo. Es imposible escuchar lo que dices con toda esta nostalgia que produce tu partida, sé que no es una ruptura, sé que es difícil comprender que para mí siempre serás mi criatura... 

Ya tus estudios prácticamente has terminado, ya tus problemas van más allá que la de una madre protectora tiene la capacidad de arreglar, ya todo queda fuera mi alcance, ya eres un ave que parte. 

Las lágrimas que no te puedo mostrar para no mortificarte tienen empapada mi alma, no son lágrimas de dolor, tampoco de gusto; son lágrimas de una madre que no tiene otra forma de demostrarte todo el amor que es capaz de darte. 

No quiero decirte de nuevo que tengas cuidado, que tomes las decisiones correctas. Que no todos son buenos, que solo salgas con el muchacho adecuado, tantas veces te lo he dicho que sé que ya te cansa oírlo... 


Pero desde mi alma te lo pido lo que solo te voy a expresar con la mirada, sin llanto, ten cuidado hija mía, porque me costó toda tu vida, aprender a quererte tanto...








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