lunes, 1 de junio de 2015

Dos horas antes…

Era la madrugada cuando ella se bañaba con calma, lavando todo su escultural cuerpo, mientras él seguía acostado en la cama. Ella terminó, se secó, tomó su ropa; la misma que vestía antes de bañarse, se la puso y salió del baño completamente vestida. 

Tomo de su bolso un pequeño espejo que venía con su maquillaje, se acercó a la cama, se sentó a un lado del hombre acostado para ponerle el pequeño espejo frente a los hoyos de su nariz, vio que no empañaba, señal clara de que ya no respiraba. Sin prisas desató su cinturón que había amarrado en el cuello del desafortunado, le quitó el reloj que aun traía puesto, se puso el cinturón y su nuevo reloj.


Tomo una cartera que estaba tirada en el piso, saco el dinero y tarjetas de crédito y salió con calma de la habitación de ese hotel barato donde se habían hospedado y tomo su camino a la misma calle... Donde dos horas antes la habían levantado.






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