El tema del momento, la copa mundial de Futbol en el 2014. No tengo nada a
favor ni en contra, los partidos eliminatorios son excelentes pretextos para
enfocar el ocio en 90 minutos de estrategias predeterminadas, algunas fallidas,
otras certeras. En donde abundan las teorías científicas que justifican cada
jugada emitidas por los mejores expertos amateurs que de forma espontánea se van
engendrando a cada minuto del partido, todos expertos, todos dueños de la verdad
absoluta.
El apasionamiento se incrementa en la misma medida en que va decreciendo la
sensatez de los presentes, el presupuesto familiar padece ante cada partido,
familias se unen, familias se separan, un concierto de afinidades que se entonan
bajo un mismo tono, el marcado por el sentido del patriotismo enmarcado en una
camiseta...
Juegos de 22 jugadores que se transforman en comparsas nacionales, donde
las penurias económicas, desempleo, intrigas familiares, deudas, tragedias
personales pasan a segundo plano. El mundo etéreo pasa a un universo paralelo
donde un árbitro inicia y termina con trances tumultuarios de miles de seres
unitarios que pierden la cordura para formar una sola masa pendiente de un acto
dramático propio de las mejores tragedias dramaturgas, el meter un gol.
Lazos imperceptibles, intangibles pero fuertes y firmes, una hermandad
inquebrantable y orgullosa, capaz de defender una camiseta con tal fiereza que
el mismo Napoleón se sentiría opacado de su patriotismo en sus batallas más
simbólicas...
Y después del partido, viene la catarsis. En donde los sueños esfumados o
esperanzas renacidas empiezan a lidiar con la realidad individual, la masa
comienza su descomposición, se empiezan a identificar sus partes, seres
individuales empiezan a desprenderse. Entes que despiertan del letargo
futbolero, de nuevo criaturas unitarias, aisladas, individuales.
Las prioridades comunes pasan a segundo plano y empieza la etapa de
negación, en donde algunos luchan con su propia necedad en continuar analizando
un partido del que nada tiene de analizable, ahora es la batalla individual por
no retornar a esta realidad que tan obligados se sienten de huir cada nueva
temporada, campeonato, partido. Poco a poco se disipan los humos de las
irresponsabilidades que el tumulto provoca y que en solitario lamentan, es el
momento del conteo de los daños...
Las celebraciones posteriores reforzadas por la euforia provocada por los
brindis incontables resultan en aglomeraciones en plazas públicas, donde
infinidad de desconocidos sienten la imperiosa necesidad de sentirse aceptados,
afines y respetados por sus iguales, en una danza alimentada por cánticos en
extrañas lenguas interpretadas en lo individual y expandidas en lo global, todos
cantando las mismas canciones, cánticos, mensajes, con sus respectivos niveles
de degradación, siempre dependiendo del nivel de festejo previo de cada
protagonista...
¿El final? como debiera esperarse, con las realidades individuales
superando la felicidad ficticia con que cada individuo vivió su propio partido,
presupuestos familiares desbastados, relaciones personales desgastadas,
amistades afianzadas, todo en un universo plano del que sólo bastan noventa
minutos para que el tiempo se detenga provocando esta dualidad del universo
paralelo que convierten a muchos en un todo... Un todo que finaliza cuando
termina el partido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog esta abierto a tu participacion y comentarios, solo te pido que seas prudente en tu forma de expresarte por el respeto que se merecen todos los lectores...