Está sentada en el suelo, recargada en una vieja banca, tiene los ojos
morados, un hilo de sangre le brota de la nariz, la boca rota, con la vista
perdida se agarra su blusa intentando taparse, no tiene botones. Su falda
desgarrada medio tapa unas piernas llenas de sangre, a un lado se ven pedazos de
tela, retazos de falda, tiene ya dos horas que no se mueve...
Esta por amanecer, se empieza a notar el clarear del nuevo día, se aprecian
algunos columpios y unas bancas de ese parque que se ubica en el centro de la
ciudad, por un lado pasa caminando un trasnochado que va a su casa, la ve tirada
y se acerca, le pregunta si está bien, ella no le contesta, la mueve para ver si
reacciona, esta se queda inmóvil, le mueve la mano que sostiene su blusa, ella
sin fuerza la suelta, queda a la vista parte de sus senos, el voltea a los lados
para ver si hay alguien más, están solos. Lleva toda la noche tomando por lo que
sus reacciones son guiadas por instintos, de nuevo la mueve, ella no responde,
empieza a tocar sus senos sin tener respuesta por parte de ella, sigue con la
vista perdida, la jala para recostarla, le levanta lo que le queda de falda, se
desabrocha el pantalón, se monta encima de ella y haciendo un brusco movimiento
intentar penetrarla por completo, pero siente como topa con algo, le llega un
dolor intenso, sin comprender que es lo que pasa se inca para ver aterrado que
tiene su miembro de un lado rasgado...
¡Que me has hecho maldita! Le grita mientras le golpea la cara, golpes que
caen sobre golpes ya hechos, ya recibidos, ya resentidos por ese rostro que sin
inmutarse ni protegerse recibe el castigo.
Él se levanta sangrando, se sube el pantalón y corre hasta perderse en lo
que aún queda de la noche...
Pasa una media hora, ya la luz lo ilumina todo, una camioneta cerrada, sin
ventanas, circula por la calle, la ve a la distancia y se detiene, dos
enfermeros vestidos de blanco se bajan, llegan a ella, la revisan, sin decirle
nada la cargan y la suben, llegan a un hospital psiquiátrico, la pasan a la
enfermería, ahí la recibe un doctor y una enfermera, con cara de aflicción la
ven como esta toda golpeada, como está llena de sangre. La recuestan, le dan un
sedante, le limpian las heridas, le quitan lo que le queda de ropa, la enfermera
con una práctica de algo que ha hecho muchas veces la acomoda en la base para el
chequeo ginecológico, quedan sus piernas separas, al aire, con mucho cuidado la
revisa, con unas pinzas dilatadoras le abre la vagina, observa el interior y con
otra pinza hurga hasta empezar a sacar un objeto que tiene dentro, sin decir
nada lo saca, es un pedazo de madera cortado como una media luna, en medio tiene
un largo clavo largo manchado de sangre, lo saca y lo pone en una bandeja, ya
sin el objeto revisa por daños y ve que no tiene nada, confirma que toda la
sangre que tiene no es de ella.
La asean completamente, ella sigue sin emitir ningún ruido, sigue con la
vista perdida, el doctor la revisa, le baja las piernas y la cubren con una
manta.
Entra otra persona, no tiene uniforme, toma una silla y se sienta a su
lado, le toma la mano y le habla al oído... Tu padrastro ya está muerto, ya pago
por todo lo que te hizo, no va a volver a la vida, ya no tienes que buscar
venganza.
Ella no dice nada, solo una lágrima recorre la magullada mejilla, sin
decirle nada más se la limpia y sale al pasillo, ahí la esperan el médico y la
enfermera, ¿Como lo hizo ahora? Pregunta con la angustia reflejada en su cara.
¡Corto el mango del cortinero y lo ha rebajado con algo, le puso un clavo y se
lo ha metido, llego llena de sangre!
¿No saben si alguien la reporto a la policía? No, nada hemos sabido, la
encontraron en un parque tirada en el suelo, creemos que fue ahí buscando que la
violaran...
Escuchaba lo que le informaban, era la directora del hospital, con una
gran mortificación reflejada en su rostro tomo el expediente de la paciente y
empezó a leer nuevamente los antecedentes.
Estaba internada por un trauma causado en su niñez, cuando su padrastro
desde que tenía seis años la violaba, a ella y a su hermana más pequeña, después
de violarlas las golpeaba hasta dejarlas inconscientes, su madre era una adicta
que nunca se daba cuenta de nada.
No iban a la escuela, no les tenían permitido salir de la casa, estaban
convertidas en dos cuerpos sin alma que no hablaban, no jugaban, solo estaban
encerradas en un cuarto sin baño, solo cuando eran necesarias las dejaban salir,
después de ser utilizadas, de nuevo las encerraban.
Ella no sabía del bien o del mal, no sabía si eso le pasaba porque le tenía
que pasar o si era algo que no debía suceder, solo cuando vio a su hermanita que
un día ya no se movía supo que algo no estaba bien, entro el padrastro y la
sacudió con el pie, como si fuera un sucio pedazo de trapo tirado en el suelo,
la sacudió con las manos, al ver que no reaccionaba la levanto de un pie y la
saco con la cabeza arrastrando, ahí supo que eso no estaba bien, que algo tenía
qué hacer...
De comer solo les dejaban fruta muchas veces ya echada a perder, algo de
sopa, algunas veces pan. No había juguetes como tal, les habían dejado un par de
muñecos mal hechos con madera tallada, tomo uno de ellos, le arranco la cabeza,
había un clavo largo en la pared donde alguna vez hubo un cuadro, lo saco, lo
clavo en la cabeza del muñeco hasta atravesarlo, hasta que salió todo el filo
por el otro lado, sin pensarlo se lo metió en su cuerpo, por el abuso de tantos
años pudo meterlo hasta que solo quedo la punta del clavo saliendo y así se
quedó, recostada... Esperando.
Horas más tarde entro el padrastro, como siempre cayéndose de borracho, la
jalo de un brazo y la saco a su recamara, ella solo vestía una pequeña falda con
una playerita, la aventó en la cama, se sentó para quitarse el pantalón, de lo
tomado que estaba no pudo hacerlo, ella, como siempre lo hacía, solo al techo
veía, sin decir palabra, sin emitir sonido, él se puso encima de ella con el
pantalón a media pierna... Y recibió su castigo.
El tamaño del clavo era prácticamente el largo de su miembro, el clavo lo
atravesó sin ningún problema, atravesando sus venas, tan ebrio estaba que no
notaba lo que pasaba, arremetía una y otra vez clavándose el clavo en diferentes
partes, así siguió hasta sentirse mareado, fue cuando se separó y se vio
manchado de sangre, donde antes tenía un miembro ahora solo había un colgajo de
carne...
Grito aterrado bajándose de la cama, intento correr pero el pantalón a
medio bajar hizo que se tropezara, cayendo hasta golpearse la cabeza con una
pesada mesa de madera, el golpe fue seco, mortal, cayó a un lado mientras se
seguía desangrando.
La niña seguía sin moverse, solo mirando al techo, sin emitir palabra,
después de un rato se levantó de la cama, paso por encima del cuerpo inerte,
caminó por la casa, vio una puerta que en un recuerdo que parecía perdido le
dijo que era la salida, la abrió y salió, una vecina que la vio salir se espantó
al ver sus pequeñas piernas llenas de sangre, le hablo a su esposo, la metieron
a su casa mientras llamaban a una ambulancia, llego la policía, al entrar a la
casa de la niña vieron el horror en el que había vivido, a la madre la
encontraron desmayada, aun con la aguja con heroína pegada a su brazo...
Ella nunca se pudo recuperar del todo, entendía lo que le decían pero nunca
hicieron que hablara, nunca pudieron hacer que se comunicara, la cabeza del
muñeco con el clavo le había hecho mucho daño en sus partes internas, fue tan
traumático todo su caso que forma parte de los libros de psiquiatría.
En el hospital la trataban con un cuidado especial, era algo mucho más allá
que solo otra paciente mas, era un vivo ejemplo de la barbarie con la que se
pueden enfrentar algunas almas inocentes, era un ejemplo de cómo el sentido de
supervivencia puede provocar el atacar para defenderse, de cómo se puede hacer
tanto daño que nunca puede perdonarse, de cómo hay cosas que ni con todo el amor
ni con todo el cuidado pueden llegar a olvidarse.
De cómo para alguien que fue tan lastimado no importa cuánto tiempo pase...
Siempre tendrá presente el deseo de vengarse.
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