viernes, 8 de noviembre de 2013

La casa nueva...

Es de noche, oscura, sin estrellas. Preparándose a dormir, su primera noche en esa casa extraña que ahora es de su propiedad. Vueltas del destino la hacen propietaria cuando un mes atrás no pasaba de una vida proletaria.  
 
Ahora con la suerte de una herencia duerme en su nueva casa, sin hijos no tiene con quien compartirla, solo un perro, es toda su compañía...  
 
Es una casona vieja, de hacendados pasados, con más historia que la de su descendencia según recuerda. Con la emoción no ha tenido ni el tiempo de recorrerla, muchos rincones sin descubrir, sótanos sin abrir, misterios por percibir...  
 
Duerme un par de horas cuando el perro la despierta, brinca inquieto, se pone a dar vueltas, es solo la casa nueva, piensa ella. Lo lleva a la puerta y lo deja afuera, decidida a poder dormir, a no pasar la noche en vela...  
 
¡Shut up! fue la orden que le dio a su entrenado animal, no necesita más, segura esta que nunca más ladrará. 
Vuelve a la cama, duerme de nuevo. Ahora la despierta un ruido seco, noche oscura, nada ve. Casa nueva sin servicios formales instalados, la luz va y viene, siempre ausente cuando más se necesita. Sin tener como iluminarse intenta llegar a la puerta descalza, sintiendo el frio del piso congelar sus pies, corrientes de aire heladas, siente como se le eriza su piel y la mente se queda en blanco, sabe que todas las ventanas fueron cerradas, sabe que no hay razón de sentir corrientes de aire, sabe que no es normal sentirla como un aliento helado en su piel.  
 
Por instinto se da la vuelta, oscuridad total, otro ruido, esta ves un rechinido, como una silla invitándola a sentar...  
 
Llama a su perro, nadie contesta, llama de nuevo, ahora se inquieta. Intenta volver al camino, llegar a la puerta, sin luz, oscuridad total, perdida en esa esa casa extraña que ahora le pertenece. Sigue caminando con los brazos extendidos, tentando, pega con una mesa, platos y vasos que caen, segura esta que la movieron de lugar, ahora la inquietud la sustituye el miedo, no sabe si gritar, siente la angustia atorada en su garganta, lagrimas que recorren la aterrada cara...  
 
Rodea la mesa, tentando la orilla con una mano, con la otra extendida, pasos precavidos, oye otro ruido, ahora sabe que sola no está...  
 
¿Quién está ahí? grita con angustia, solo silencio recibe de respuesta, sigue caminando, un paso tras otro, escucha jadeos, muy bajos, casi imperceptibles, pero suficientes para sentir como se le enchina cada centímetro de su piel, ¿Quién está ahí? grita de nuevo, nadie contesta, solo el silencio.  
 
Sigue su andar, casa maldita que solo en horas pasa de ser normal a una sin final. Apresura el paso, su pie golpea con la pata de algo, el dolor de sus dedos rompe el silencio, incapaz de callar empieza a llorar, de una forma descontrolada, gritando de dolor, por los dedos, por la oscuridad, por su edad, por su soledad, por todo, cuando todo se te junta y no puedes más...  
 
Algo corre, de un lado para otro, ahora es terror, grita y corre regresando lo andado, siente como se acercan por detrás, siente los pasos, son varios, va ya corriendo hasta con la pared chocar, golpe seco, la presa alcanzada esta, siente como la empujan, gritos de pavor y desvanecimiento total...  
 
La despierta la mañana, abre los ojos, luces que la deslumbran, no sabe dónde está, ve un techo despintado, telarañas en las esquinas, se empieza a recobrar...  
 
Se toca la frente y siente una bola del golpe que se dio, se endereza y al voltear se encuentra de frente con ese gran rostro tan familiar, su perro sentado viéndola sin parar, con la lengua de fuera, no deja de jadear, esperando la orden, no puede ladrar, educado a callar, tal como se le ordeno, en la noche cuando lo saco.  
 
Ella ve al otro lado, distingue la puerta, bendita puerta que nunca encontró, se da cuenta que tiene otra puerta, una pequeña, para los perros usar, media abierta, sin cerrar, es por donde entro su fiel animal.  
 
Ahora descubre que el terror fantasmal solo fue provocado por su entrenado can. Nunca ladro porque así se le ordeno, nunca se acercó por que no se le pidió. Al fantasma que tanto la aterrara solo le basto ponerle dos de sus patas... Para que toda la fiesta de golpe se acabara.
 
 
 
 
 
 

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