Era un hombre casado, con veinte años cumplidos en su matrimonio, la
relación con su esposa era buena, tenían una gran comunicación y juntos, de la
mano, sacaban a sus hijos adelante, siempre cumplido con sus obligaciones, nunca
dejaba de pagar las cuentas, no acostumbraba beber y nunca se perdía con los
amigos, era el esposo perfecto, pero como todo ser humano que habita en la
tierra, tenía sus defectos...
En su casa trabajaba una muchacha haciendo la limpieza, ella tenía veinte
años, era delgada, con un cuerpo firme por trabajar desde siempre en las faenas
del campo, tenía poco que había llegado a la ciudad y nunca había trabajado en
casa, el esposo nunca reparó en ella como alguien distinto a la encargada de
hacer la limpieza, nunca le ponía atención, nunca se fijó en ella de forma
morbosa.
Una tarde que regresó de la oficina la encontró limpiando el piso, se le
había caído una lata con mayonesa por lo que estaba levantando lo que podía con
un trapo, agachada en el piso, el escote de la playera que traía puesta dejaba
ver parte de sus senos, ella no se daba cuenta de eso, estaba muy preocupada en
limpiar el desastre que había causado por su descuido.
Él, desde la puerta, se quedó parado, viendo fijamente el suave vaivén de
los jóvenes pechos provocado por los movimientos que hacía la joven para limpiar
el piso, tenía veinticinco años que solo veía los senos de su esposa, desde que
eran novios, durante ese tiempo nunca había estado con alguien más, los senos de
su señora los había conocido, sentido, tocado, desde que eran unos frutos
inmaduros, fue testigo de cómo fueron cambiando con el paso de los años, de cómo
cambiaron como resultado de haberles dado la vida a sus tres hijos, él adoraba a
su esposa, pero la pasión y el deseo ya formaban parte de su historia.
A partir de ese día, él empezó a buscar y provocar el acercamiento con la
joven de la limpieza, se le acercaba de más cuando algo le preguntaba, cuando
ella estaba de espaldas él buscaba cualquier excusa para pegarse a ella, primero
de una forma muy sutil, después, al ver que ella no se quitaba, lo fue haciendo
cada vez más intencional, hasta conseguir quedar bien pegado a ella, por el
tiempo suficiente para aliviar las morbosas intenciones que cada vez lo movían
más.
La joven sentía cómo estaba pasando todo esto, pero no sabía si era algo
normal en la gente de la ciudad, la incomodaba sentirlo pegado a ella, pero
también necesitaba mucho el sueldo que le daban, todo se lo mandaba a su mamá,
ella era su único sustento.
Con el tiempo las cosas fueron empeorando, ahora él no se conformaba con
solo quedarse pegado a ella cuando le daba la espalda, ahora también empezaba a
acariciar su cintura con sus manos, su estómago, poco a poco, con una eterna
paciencia, cada día avanzando un poco más, pensando que la pasividad de ella era
una señal de aceptación, cuando solo era una señal de frustración por no saber
cómo reaccionar, por miedo a perder el ingreso que recibía, por su ignorancia
total a defender su integridad.
A las tres semanas de su paciente empeño, el hombre ya llegaba a acariciar
la parte baja de sus senos, primero por arriba de las playeras que traía, ahora
ya lo hacía metiendo sus manos bajo la ropa, la muchacha ya estaba acostumbrada
a estos abusos, su patrona la regañaba por cualquier error que tuviera, así que
nunca le pasaba por su mente, informarle de lo que estaba pasando.
El patrón, por su parte, cada vez se excitaba más con este perverso juego,
iniciaba con ella y después terminaba en el baño masturbándose, como si fuera un
joven puberto nuevamente, otras veces la misma esposa recibía la consecuencia de
esto, al tener nuevamente relaciones por las noches, con la luz apagada y solo
estando su esposo atrás de ella, nunca lo hacían de frente, ella no sabía que
para él, esa solo era una forma distinta de masturbarse...
La relación entre los esposos cambió, si bien siempre había sido buena,
ahora era mejor, él siempre estaba de buen humor, ella veía con gusto cómo ahora
reía cada vez más, se dio cuenta de cómo su buen humor le llegó hasta la
muchacha de la limpieza, que hasta su sueldo le subió.
El tiempo invertido por el cónyuge trajo sus resultados, una tarde que
regresó al trabajo, estaba como siempre solo con la muchacha, a esa hora la
esposa seguía trabajando y los hijos estaban en sus diferentes actividades
relacionadas con la escuela, la joven estaba lavando unos platos cuando él se le
acercó por la espalda, se le pegó como siempre lo hacía, acariciando su
estómago, metiendo sus manos dentro de la playera, ella seguía lavando, como si
nada pasara, él subió sus manos, poco a poco, hasta llegar a sus senos, los
empezó a acariciar por encima del sostén, como ya lo hacía desde unos días
antes, pero ahora hizo un nuevo movimiento, metió sus manos dentro y pudo, por
primera vez, sentir la piel suave de sus senos llenando sus manos, sus pezones
se endurecieron de forma natural, por reacción de su cuerpo, no necesariamente
por gusto o satisfacción, él, al sentir los duros pezones, empezó a acariciarlos
más, primero muy suavemente, después con más firmeza, tocándolos completamente,
de arriba a abajo, plenamente, empezaba nuevamente, ahora desde las axilas y
cuando empezaba a tocar el seno izquierdo se quedó quieto, sintió como un frio
recorría su cuerpo...
En su mano sintió una bola, dentro del seno, una bola dura, no era médico,
pero era un hombre casado por veinte años que había pasado muchas veces por los
estudios preventivos del cáncer de seno, sabía cómo debía sentirse la
consistencia de un tumor, había ido a cientos de pláticas, había escuchado al
ginecólogo de su esposa hablarlo muchas veces, lo habían capacitado para saber
cómo debía tocar los senos para sentir cualquier protuberancia, era ya un
experto en toda la teoría que había disponible para descubrir el cáncer de seno,
igual que cualquier matrimonio con tantos años de casado.
Cuando tocó la protuberancia, sintió cómo se le bajó la sangre al suelo,
toda su excitación se murió en ese instante, solo pudo tocar de nuevo para
cerciorarse de lo que ahí estaba, no había duda, era un tumor el que había
sentido...
Él bajo sus manos, se separó de la muchacha, se fue a sentar en un sillón,
con las manos en su cabeza, con el remordimiento devorando su cuerpo, intentando
digerir ese descubrimiento.
Pasaron los minutos, llegó la esposa, al ver a su esposo sentado, pálido,
se inquietó Hola, ¿Te pasa algo, estás muy pálido?
No, nada, estoy bien, solo es una mala noticia que me dieron en el trabajo,
me habían comentado de una oportunidad para subir de puesto, ya me había
emocionado y me llamaron hace unos minutos para decirme que se había cancelado
el nuevo puesto.
La esposa, al escucharlo, de inmediato fue a abrazarlo, para consolarlo,
amaba a su marido y cualquier cosa que lo afectara era como si le pasara a ella
misma, No te preocupes, ya llegara otra oportunidad, cambia esa cara, no te
quiero ver así.
El esposo, al escuchar sus palabras solo la abrazo, se le hizo un nudo en
la garganta, no sabía que decir, era demasiado el digerir lo que había
descubierto y el darse cuenta de todo lo que valía su fiel esposa.
Esa noche durmieron abrazados, el remordimiento que él sentía era muy
grande, tenía que hacer algo, pero no sabía qué hacer, como decirle a su mujer
lo que la joven estaba pasando, como le puedes explicar a cualquiera que haces
un descubrimiento de ese tamaño, cuando solo lo puedes hacer tocando
directamente la zona afectada, como justificar que se tocó un seno cuando nunca
jamás tendrías porque hacerlo...
Ahora ya no llegaba temprano a la casa, llegaba como antes lo hacía, sin
prisas, dejando bien programados sus pendientes de la oficina, ahora evitaba
toparse con la joven en la casa, el solo verla lo llenaba de remordimiento,
sabía que el tiempo pasaba, que era vital para ella que la viera un médico, un
especialista, mil veces le explicaron que el cáncer de seno es curable... Solo
si se detectaba a tiempo.
Él estaba entre la espada y la pared, no había forma de explicarle a su
esposa que se había dado cuenta del tumor de la sirvienta y también sabia, que
el tiempo corría para intentar salvarle la vida.
Pensó en despedirla para que se regresara a su pueblo, pero no pudo
hacerlo, el remordimiento no lo dejaba hacerlo, pensó en mil excusas para
mandarla a que la checaran, cuando había las campañas de prevención del cáncer
de seno, pero por mas indirectas que le daba a su esposa, ella nunca pensó que
eran para la muchacha de la limpieza, pensaba que se lo decía para prevención de
ella.
Intento decirle al ginecólogo de su esposa, confesarle lo que había pasado
para que la revisara, pero nunca se atrevió hacerlo, él era el medico de toda la
familia de su esposa, íntimo amigo de su suegro, un par de veces quiso hacer una
cita para ir a hablar con él, pero siempre se arrepentía a la ultima hora.
Así paso un año, hasta que no pudo más, ya no dormía, no se concentraba en
nada, los remordimientos fueron acabando con su alma, hasta que, después de
llorar como un niño, se lo contó todo a su esposa.
Ella lo miro, sin decir nada lo abofeteo, por la falta cometida, por
haberla engañado, por haber jugado con la vida de esa joven, con lágrimas
corriendo por su cara, pero con la mirada fría, la esposa le pidió que se
marchara de su casa, ya sus hijos estaban grandes, no había que ocultar nada,
ella sabía que nunca lo iba a perdonar, no por ella, por haber sido tan egoísta,
de poner primero su mentira, antes de la vida de esa niña.
Ese mismo día, por la tarde, llevo a la muchacha al especialista, ya se le
veía mal de salud, pero nunca la habían llevando con un especialista, solo
médicos generales que nunca le mandaron hacer estudios, solo le prescribían
algunas pastillas...
Le mandaron hacer muchos estudios, la patrona pago todo, después de una
semana le entregaron los resultados de los análisis, el cáncer ya la había
invadido, ya lo tenía en los pulmones, en un riñón y también aparecía en el
hígado. El médico le dijo que ya no había nada que hacer, que era demasiado
tarde, que la hubieran podido salvar... Si se lo hubieran descubierto un año
antes.
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