Iba una señora muy guapa por la calle, muy seria, con nadie hablaba, iba solo concentrada en su andar, viendo de frente, sin prisa, pero sin detenerse.
Caminaba enfundada en un vestido ceñido al cuerpo, de tela muy delgada, mostrando una figura bien conservada a base de ejercicio. El movimiento natural de su cuerpo solo le daba más seguridad a esta guapa mujer mientras caminaba.
Llegó a la entrada de un restaurante, entró, dio un nombre a la hostess y ella la guió hasta una mesa. Antes de llegar vio a quien andaba buscando, un hombre maduro que platicaba con otra persona. Llegaron a la mesa, el hombre, al verla, se le ilumino el rostro - Mi amor, que sorpresa - Pero no termino la frase, una fuerte cachetada le dio vuelta a su cara.
La mujer, sin un gesto que denotara lo que estaba sintiendo, solo puso un móvil en la mesa - Te traje tu teléfono, lo dejaste olvidado en la casa - Y sin decir más, salió del lugar. Con el mismo andar como había llegado, desenvuelta, sin demostrar estrés en ningún grado. Caminando sin prisa, pero sin bajar el ritmo. Dobló la calle y subió a una camioneta donde la esperaba una amiga - ¿Cómo te fue? - Le preguntó.
- Bien, ya le entregué su teléfono, pero se me olvidó entregarle su cartera. Vamos a la plaza comercial, hay varias ofertas que nos esperan… - Le contestó a su amiga, mientras apagaba su celular que no dejaba de sonar, ahora tenía una mueca como sonrisa, con el ceño fruncido y una mirada tan fría... Que parecía la de un criminal.
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