Poco a poco se empieza a disipar el polvo, esta inconsciente, su pelotón
fue alcanzada por un mortero que les ha pegado de lleno, su sargento decidió de
última hora tomar un rumbo distinto al que habían reportado, estaban perdidos y
su Batallón no tenían ni idea que habían tomado otro camino.
Tiene apenas veinte años y un mes que había salido de la academia, todos
eran jóvenes, todos menos el sargento que era de los más viejos del
regimiento.
Se escuchan apresurados pasos que llegan a donde están tirados, son del
enemigo que viene a confirmar la baja que han provocado, un par de heridos
fueron ahí mismo abatidos, a él lo ven tan malherido que lo dejan tranquilo, no
vale la pena gastar una bala en quien ya tiene una muerte segura, toman las
armas y se retiran dejando atrás esa escena dantesca...
Poco a poco empieza a despertar, siente los brazos y las piernas
adormecidas, no tiene forma de darse cuenta que en realidad solo le quedan
muñones en donde antes tuvo esas partes de su cuerpo, ahora solo son masas
deformes de huesos y carne completamente desechos, un ojo lo tiene destrozado,
prácticamente la mitad de la cara esta aplastada por la metralla, tiene el
costado del torso atravesado y el pulmón agujerado...
Abre un ojo, el único completo, intenta aclarar la vista, esta medio
recostado, a casi tres cuartos en relación con el suelo, puede ver parte del
campo y del cielo, un cielo nublado, un campo lleno de cuerpos, pedazos regados
de valientes soldados, soldados que mueren sin razón aparente.
Mueve un poco la cabeza y ve aterrado lo que cuelga a su lado, es lo que
queda de su brazo, empieza a gritar, intenta moverse pero no puede hacer nada
cuando lo único que en su cuerpo se mueve es solo su cabeza...
Grita hasta quedarse afónico, no hay eco, no tiene respuesta, esta solo
entre camaradas descuartizados, por la impresión queda de nuevo desmayado, una
pausa del destino para que pueda digerir lo que aún está lejos de ser el final
de su camino...
Pasan un par de horas, despierta de nuevo, está muy mareado, es mucha la
pérdida de sangre, la realidad se pierde con lo que alucina, tiene mucha sed,
siente los labios secos, resecos, con la lengua como un áspero trapo la siente,
raspando costras de sangre formadas en los labios, el dolor es mucho, de nuevo
pierde el sentido.
Se despierta de nuevo, un fuerte dolor lo ha sacudido, oye un gruñido,
voltea y ve un lobo mordiendo justo abajo de su hombro, en la parte que aún
queda pegada de lo que antes fue un brazo, le grita pero con la garganta tan
seca no emite sonido alguno, solo un bajo resoplido que en nada al animal
incomoda.
Oye más ruidos, algunos gruñidos, el lobo no está solo, es una pequeña
manada que anuncia su llegada, el líder que está a su lado fue el encargado de
la avanzada de esa pequeña compañía que al igual que el soldado esta tras su
propia batalla, la interminable caza para conseguir comida.
No hay ganados en esa zona, tampoco animales naturales de caza, han
aprendido a ser carroñeros, animales astutos que reconocen el ruido de las
armas, saben que donde se escuchan encontraran alimento de sobra, hace tiempo
que a las balas le perdieron el miedo.
El resto de la manada se acomodan tranquilos, no tienen prisa en comer de
inmediato, van oliendo los cuerpos tirados, escogiendo, marcando territorios,
dejando a los cachorros que jueguen primero con los pedazos de carne que se
asoman de esos uniformes destrozados...
Ve con horror como se acerca otro animal pero el líder de inmediato lo
aleja, con nadie piensa compartir toda esa carne fresca, caliente, con sangre
latiendo.
El soldado siente como la garganta le arde, de tan seca, de todo el
esfuerzo que por gritar ha hecho, la falta de sangre lo mantiene en una
somnolencia macabra, como en un sueño del infierno eterno, como esperando ser
atizado por demonios malditos
Ahora una fuerte sacudida seguida por un dolor desgargante por completo lo
despierta, le han arrancado uno de los brazos, sumido en un grito ahogado en
medio de espasmos por el llanto aterrado ve con su ojo saliéndose de su órbita
al lobo que a su lado se dispone a tragar de su carne, un par de mordidas y
regresa por mas, ahora se acerca a su torso, por donde está el hoyo de la
metralla, huele y decide seguir escogiendo, baja al estómago, por donde tiene
atravesado el costado, la sangre lo llama y asesta una mordida, jalando para
desgarrar, con sus patas haciendo palanca mientras con sus quijadas arrancan de
tajo un pedazo de su costado, el dolor es indescriptible, como si fuera un
muñeco de trapo queda de lado tirado, con sus entrañas al aire, aterradoramente
consciente, espantosamente lucido, terriblemente despierto...
La adrenalina por su cuerpo corre, de nuevo la bestia encima, ahora
olfateando en donde tiene el ojo dañado, como puede se mueve, intenta vanamente
defenderse, de nada sirve, tanto movimiento llama la atención de la manada que
se acercan, no hay nada más apetitoso que una presa aún viva, todos los rodean y
por su otro brazo y las piernas empiezan…
Perfectamente escucha como sus huesos se trituran bajo las mandíbulas
despiadadas, carne cediendo ante afilados dientes, lo que queda de su cuerpo es
sacudido por minutos que parecen horas...
Vio cómo se preparaban para atacar lo que de su torso quedaba cuando se
escuchó una ráfaga pegar a su lado, la debilidad no le permite confirmar si fue
algo real, vio como el animal a su lado caía, después otros disparos para más
lobos que también caían, los demás animales corrieron todos, escuchaba a unos
hombres que por atrás se acercaban, no podía hablar, no podía decir nada,
llorando por la emoción que lo embargaba, solo lloraba, como un niño de brazos
lloraba, sacudiendo entre lágrimas su cuerpo, era la única forma que su
destazado cuerpo podía expresar esa nueva esperanza...
Sintió cada vez más cercas las pisadas, escuchaba como entre ellos
hablaban... Pero no les entendía nada.
Entonces comprendió, entendió, que no eran ángeles enviados del cielo, que
no eran salvadores de su batallón que venían a rescatarlo, que no era el destino
que lo había salvado…
Era simplemente el enemigo que a su campamento regresaba, los mismos con
los que tenían semanas de duras batallas, sintió como le dieron la vuelta,
confirmaron que no estaba muerto, algo se dijeron entre ellos y uno de ellos con
su pistola le apunto, el cerro su único ojo sano y al cielo gracias dio, gracias
que fueron correspondidas con un solo ruido sordo y seco que con su lamentable
martirio… Terminó.
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