Pasan de las tres de la tarde, en un día laboral normal, como cualquier
otro, donde todos se ocupan trabajando para llevar el sustento al hogar, hombres
y mujeres con horarios comprometidos, donde de todos se tiene la certeza de
saber en dónde están... O por lo menos donde deberían estar.
Es la excusa perfecta a la hora de pecar, con la jornada laboral como la
coartada perfecta para perderse en brazos ajenos que de igual forma buscan esa
oportunidad.
Se quedan de ver en una cafetería de la esquina, pasa por ella y juntos
parten a un motel que esta fuera de la ciudad, riendo, bromeando, acariciándose
mutuamente, haciéndose promesas de todo lo que se van a hacer, ambos están
casados, ambos llevan esta relación de pecado desde hace dos años, siempre una
vez por semana, siempre escapando del trabajo...
Llegan al lugar, ya son viejos conocidos para el encargado, quien está
acostumbrado en atender a las parejas que llenan el lugar a esa hora, les asigna
una habitación, el lugar está lleno, es la hora perfecta para poderse escapar,
parejas de todos tipos se ven, señoras casadas con estudiantes muy jóvenes,
señores con sus secretarias, casados con casados, casados con casadas, mujeres
con mujeres en nuevas experiencias, párrocos con capellanes poniendo a prueba la
Fe de su iglesia, todos ocultos en lo más oscuro del día, todos compartiendo
los placeres prohibidos de una doble vida.
Llegan a su habitación y cerrando la puerta dejan brotar toda la pasión que
se vienen guardando toda la semana, la que ahorran cuando llegan a sus casas
fastidiados por qué están muy cansados, la que guardan en noches conyugales con
finales fingidos, la que no entregan por puro compromiso.
Se quitan la ropa sin separar sus bocas, acariciando cada parte de su
cuerpo que queda expuesta, besando, estrujando, acariciando, como dos
adolescentes desesperados en poseerse.
Cuando llegan a la cama ya están completamente desnudos, se siguen besando
mientras sus manos incansables siguen tocando, sintiendo durezas, embarrando
humedades, provocándose mutuamente.
Se dejan los labios, acomodan sus cuerpos, la penetra tan profundamente que
quedan en blanco las mentes, no importa nada, es solo el momento, varían las
poses, arremetiendo siempre, terminando juntos, cayendo uno a un lado del
otro.
Después... El silencio.
Lo que los une se ha terminado, la magia se ha consumido junto con el
orgasmo que han tenido, las pláticas sin sentido se han terminado, las risas se
han acabado, solo un rato quedan acostados y sin decirse nada empiezan a
vestirse, el remordimiento ahora es lo único presente.
Sus cosas están regadas por toda la habitación, uno se pasa las cosas del
otro que se van encontrando, platicas banas se van dando... ¿A qué hora llega tu
jefe? ¿Si estamos en tiempo para tu junta?.
Las respuestas no importan, son solo charlas para intentar romper los
silencios incomodos.
El regreso es el mismo, callados, solo la música del radio que salva el
momento, uno atento en su manejo, la otra en todo lo que pasa en la calle,
llegan a la cafetería y se despiden con un beso, sin nada de pasión, sin nada de
intención, si una pizca de amor, con una extraña mezcla de fastidio y
temor.
Llegan cada uno a su trabajo, confirman que nada se ha ofrecido, ven los
mensajes, checan sus textos, todo está correcto, ha sido otra escapada por su
horario de trabajo bien tapada...
La noche llega, es la hora de partir a su hogar, cada uno llegando con su
propia familia, él saludando a los hijos, besando a su esposa, haciendo lo de
siempre, portándose como siempre, sin nada nuevo que rompa su rutina, cenan en
familia, acuesta a los hijos, se acuestan en la cama, ven un rato la tele, se
hacen la pregunta obligada, sin realmente darle importancia...
-¿Cómo te fue en el trabajo?
-Bien mi amor, sin nada nuevo, igual de
aburrido, ya sabes... Como siempre, sin novedades.
-¿Y a ti, que tal tu día?
-Igual, aquí en la casa, tuvimos junta en la
escuela, ya sabes... Igual que siempre.
Se desean buenas noches y cada uno se prepara a dormir, él, con el
remordimiento de serle infiel a su amada esposa, ella, sonriendo de contar con un esposo tan dedicado al trabajo y
ejemplar... Que le da oportunidad de acostarse todas las tardes con un bien
proporcionado semental.
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