Caminando va, apurado porque es casi su hora de entrada, tiene ya más de
media hora andando, no es por la distancia, es por los pasos pequeños que tiene
su andar, llega a la esquina y al dar vuelta ve con un suspiro de tranquilidad
que ha llegado a su meta...
Es un gran supermercado, el más grande de la ciudad, mira su reloj y
comprueba satisfecho que llega quince minutos antes, como siempre lo ha hecho,
como está acostumbrado, igual que todos los días desde que trabaja como
empaquetador en el área de cajas.
Siempre puntual, bien acicalado, bien peinado, con su camisa bien planchada
y con su corbata bien amarrada, la destreza es una facilidad que no del todo le
llega, experiencia tiene mucha, lo que le falta es la fuerza en sus manos, ya le
ha tocado pagar rejas de huevo que se le han caído, refrescos que se le han
resbalado, botellas de jabón que entre sus manos se escaparon, pero eso no lo
detiene, su falta de fuerza la compensa con una gran sonrisa, sonrisa que
siempre es bien correspondida con una buena propina.
No tiene contacto con parientes cercanos, sus padres han muerto, sus amigos
han partido, a sus setenta y cinco años es un trabajador muy dedicado...
Ahí no le pagan un sueldo, todos sus ingresos son las propinas que recibe
por sus atentos servicios, una atención al cliente que aprendió desde que era él
Gerente de una Agencia Aduanal, sabe que el cliente es primero, sabe que el
cliente siempre tiene la razón, ahora también aprendió que si quiere tener para
comer debe darles la mejor atención...
Los tiempos de cuando tenía un puesto importante quedaron muy atrás,
trabajo como Gerente de Logística de una Agencia Aduanal hasta que cumplió los
cuarenta y cinco años, un buen día le comentaron que había un ajuste de personal
y sin dar mayor explicación lo liquidaron, le dieron una buena liquidación, eso
no lo podía negar, lo que no comprendió en ese momento es que no importa el
monto que paguen de liquidación, es dinero que tarde o temprano se va a
terminar.
Busco trabajo por todas partes, a sus cuarenta y cinco años era ya un
vejestorio laboral, solo contrataban a los que estuvieran entrando a los treinta
y que contaran con la experiencia como si tuvieran cincuenta, algo que para él
era muy difícil de superar.
Primero busco un puesto gerencial, cuando el dinero de la liquidación se
fue terminando busco un trabajo en puestos de menor rango, pero la edad seguía
siendo el mayor reto, no lo contrataban en ningún lado, por cada vacante que se
anunciaba siempre había una fila enorme de candidatos buscando tener el puesto
anunciado, incluyendo a ex Directores de empresas que tampoco encontraban
trabajo y que con su sobrada experiencia y toda su educación buscaban emplearse
en lo que fuera...
Paso por muchas entrevistas de trabajo, se daba cuenta que cada vez eran
más jóvenes las personas que entrevistaban, varias veces se topó con una hija o
hijo de algún conocido, los mismos que había conocido de niños eran quienes
ahora le decían que después le llamaban... Llamadas que nunca llegaban.
Con el poco dinero que le quedaba busco invertir en un negocio propio
convencido de que nadie lo iba a contratar, encontró muchas oportunidades para
hacerlo, productos mágicos que iban a revolucionar el mercado, mercancía que con
un mínimo iba a triplicar su inversión, el resultado estaba garantizado, solo
tenía que invertir para adquirir su propio inventario e invitar a otros dos
afortunados que aprovecharan esa gran oportunidad...
Invirtió en por lo menos cinco negocios basados en esas ventas piramidales,
en todos le habían garantizado el retorno de lo invertido más una jugosa
utilidad... Nunca nada llego, su dinero se acabó, se quedó con mercancía que no
tenía valor comercial, sin dinero para pagar la hipoteca perdió su casa, ya
estaba por cumplir los cincuenta y cinco años, su esposa con su hijo adolescente
ya tenían mucho tiempo que lo habían abandonado, para algunas personas su pareja
pierde su atractivo cuando ya no tiene nada que aportar a la economía familiar,
se convierten en simples productos de desecho cuando pierden su utilidad
comercial...
Sin dinero, sin casa y sin familia se dedicó a vagar, viviendo de la
caridad de los que aún le extendían su mano, por lo regular conocidos
agradecidos por lo que él les ayudo en su momento, de su familia cercana nunca
supo nada, hermanos, primos, parientes, todos se esfumaron cuando supieron su
suerte.
Vivía como podía, haciendo mandados, trabajos sencillos, trabajos por un
día, fue afanador, jardinero eventual… En una iglesia le dieron la oportunidad
de dormir en una banca a cambio de barrer, fue tanta su dedicación que al poco
tiempo le habían dado un cuarto y los alimentos a cambio de darle a todo
mantenimiento, se convirtió en el conserje del lugar.
En un domingo cuando barría la entrada a la iglesia se le acerco una joven
muy bella, le era muy familiar su rostro pero no la podía ubicar, ella lo saludo
con mucha alegría, le dijo ¡Soy Alejandra, la hija de Don Pascual!... Con eso la
reconoció, Don Pascual fue un antiguo empleado que trabajaba en la misma Agencia
Aduanal donde él había sido gerente, él fue el que le dio una oportunidad a Don
Pascual para ser promovido de puesto, cuando lo despidieron a Don Pascual lo
jubilaron, gracias a que lo había subido de puesto le habían dado una buena
jubilación, Don Pascual siempre había quedado agradecido por esto y se siguieron
frecuentando hasta el día que el falleció, Alejandra entonces era aún una
niña.
Platicaron por mucho rato, ella le conto que estaba por casarse, que su
madre había estado muy enferma pero que ya estaba mejor, él le platico de todas
sus desventuras, de lo mal que la había pasado y de cómo ahora estaba ya
mejor.
A partir de ese domingo, cada domingo ella llegaba a saludarle, a llevarle
algo de comer, a preguntar cómo le iba a él, en esa misma iglesia ella se casó,
a su madre veló, ahí bautizaron a sus hijos y él se convirtió en un miembro más
de esa nueva familia, navidades, cumpleaños ya los pasaba en familia, hizo de
los hijos de Alejandra los nietos que nunca conoció.
Ella lo recomendó y le dieron la oportunidad de trabajar por las tardes
como empacador de ese gran Supermercado, mejorando aún más su vida y con una
nueva familia empezó de nuevo a vivir, sobreviviendo a la adversidad... A sus
setenta y cinco años de edad.
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