Una guapa dama viene caminando por la calle, muy coqueta vestida, con un
lindo vestido que lo lleva ceñido al cuerpo, un cuerpo formado y mantenido por
horas dedicadas en el gimnasio, con su cabello suelto que va jugando con el
viento, lleva poco maquillaje, es una edad en la que no tiene problema para
mostrarse natural.
Viene caminando hacia donde están unos jornaleros haciendo unos trabajos en
la calle, ellos son tres, separados unos de otros por un poco más de dos metros
de distancia, están reparando la calle, son hombres rudos, hechos para el
trabajo pesado, acostumbrados a soltar por la boca lo que primero se les viene a
la mente, los tres la ven venir, algunos ya pensando en lo que le van a decir
cuando ella pase por su lado...
Pasa a un lado del primero, quien sin pena alguna le dice Quien fuera el
viento que corre entre tus piernas, para refrescarte en lo que me pierdo dentro
de ellas...
Ella, al escucharlo sintió como se sonrojaba su cara, con un mohín de
coqueta altanería levanto un poco más su cara y siguió su camino.
Pasa a un lado del segundo quien le dijo, Mi Dios, que cosa tan perfecta
has hecho, para que la deshaga toda con mis besos...
La dama, sonrió para sus adentros y de nuevo, con un coqueto gesto de
fastidio siguió su camino, pasando por el tercero de los jornaleros, quien al
verla venir solo bajó su pala para verla pasar, pero sin decirle una sola
palabra...
La bella joven se sintió extrañada de que no le dijera nada, sintiendo un
leve piquete en su vanidad, no pudo evitar el voltear para ver al que se había
atrevido a no decirle nada, cuando volteo se dio cuenta de que los tres la
estaban viendo y ella de inmediato se hizo la disimulada, regresado la mirada al
frente, con la cara completamente roja porque la habían descubierto, sonriendo
por el incómodo momento y escuchando a lo lejos la risa de esos
jornaleros…
Uno feliz reía porque pensaba que había logrado que volteara por su
intención de refrescarla, el otro reía pensando que lo había conseguido por su
intención de besarla y el que solo sonreía no tenía ni la menor idea, que era él
quien realmente había conseguido que volteara... Por el solo hecho de
ignorarla.
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