Son las seis de la tarde, ella está llegando a su casa, es el año 2215.
Los avances tecnológicos han superado cualquier historia de fantasía, algunos
avances son tan grandes, que ni siquiera fueron imaginados por los escritores
más brillantes de ciencia ficción, avances de tal extremo, que muchos de ellos
podrían parecer ridículos, para los que hoy aun carecemos de tantas cosas.
Entra a su casa, en el comedor están sentados sus dos hijos, a un lado está
un androide con cuerpo de mujer, con una piel artificial igual que la de los
seres humanos, una autómata autosuficiente, con órganos que son duplicados de
los de los humanos, una copia exacta de una mujer.
Cuando la autómata la ve entrar, contrae su mecanismo facial para darle
forma a una sonrisa perfecta, mostrando unos dientes impecables, con una voz
bien entonada la saluda - Hola, buenas tardes. Bienvenida a casa -.
La mujer, al verla, le devuelve la sonrisa y le contesta - Hola, buenas
tardes. Gracias por cuidar a los niños -
- Es un placer, se portaron muy bien. Ya que has llegado, me tengo que
retirar, tengo que ir a cuidar a otros niños - Dijo la androide, sin dejar de
sonreír.
- Gracias de nuevo, no sé qué haría sin ti. Niños, despídanse -Contestó la
agradecida mujer
Los dos hermosos niños voltearon a verla, viéndola fijamente, parpadeando
un par de veces. Con esos bellos ojos azules, de un tono azul muy poco común,
exactamente del mismo color, de los ojos de la mamá. Después, voltearon a ver a
la androide, con la vista fija por un par de segundos. Esta costumbre podría
parecer incómoda, para alguien de nuestra era, pero para ellos, era algo común.
Sabían que la costumbre de ver fijamente de algunos niños, era sólo una cuestión
de tiempo... Algo que se les iba a quitar, cuando el par de micro cámaras se
adaptaran a enfocar, de forma automática, en cuanto terminaran de voltear.
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