miércoles, 30 de abril de 2014

¿Que es la esperanza?

Es el conservar una silla caliente... Esperando a que todo nos llegue.
 
Es el perder todo lo que ya tenemos... Buscando el tener algo mejor.
 
Es el envejecer esperando a que el siguiente año... La vida cambie.
 
Es el esperar a que todos se den cuenta, de que solo por esa ropa nueva... Eres alguien superior.
 
Es el verte cada mañana en el espejo... Pensando que aun tienes veintidós.
 
Es el tiempo que has pasado, esperando a que ese pasado... Regrese a darte algo mejor.
 
Es el ponerte la ropa que usan los adolescentes.... Pensando que nadie lo va a notar.
 
Es el que piensen que tus mañas y costumbres... Son algo que con el tiempo se te va a quitar.
 
Es el dejarle a los avances médicos... Lo que el destino ya tiene listo para ti.
 
Es el perderte en una mirada... Que no fue dirigida a ti
 
¿Que es la esperanza? Es lo que suple al empeño, cuando queremos lograr nuestros sueños... Sin movernos de nuestro lugar.
 
 
 
 

miércoles, 23 de abril de 2014

Pendientes... Un relato.

Sumido está entre miles de pendientes, atiborrando su tiempo en un espacio antes dedicado a vivir una vida que está ahora detenida, no hay más, va caminando entre paredes de asuntos pendientes, como si anduviera en un laberinto de pasillos que nunca terminan, con callejones que se entrelazan eternamente, sin nunca dar la oportunidad de ver una salida.
 
Caminando, ofuscado de siempre estar al día, preocupado por un futuro que tiene mucho de haberlo alcanzado, siempre preocupado, siempre con pendientes, siempre viviendo sin vivir por los pendientes...
 
¿Y la vida? Ahora como si estuviera sentado en el vagón de un viejo tranvía va viendo por las ventanas como pasan fragmentos de diferentes épocas, como si fueran anuncios luminosos con luces parpadeantes, cada uno anunciando las etapas que ha vivido, las etapas que se le están escapando, las que no ha disfrutado, las que ha perdido.
 
Con cada anuncio que pasa sus fuerzas se le van escapando, los anuncios siguen pasando y él siente como se está desdoblando separándose de su cuerpo, flotando hasta quedar completamente separado, hasta quedar flotando viéndose de frente, viendo su cuerpo sentado con la cabeza volteada hacia la ventana en ese viejo vagón, con un rostro sin expresión, parcialmente iluminado con cada anuncio que por afuera va pasando, un rostro que se va haciendo más viejo con cada nuevo anuncio que pasa.
 
Con angustia ve como su cara se va marchitando con cada nueva luz que pasa, como su cabello va cambiando de color, como los huesos se van marcando en su semblante, acentuándose con unas profundas ojeras que se le están marcando. La ropa le va quedando más holgada en un cuerpo que se está haciendo viejo con cada nuevo anuncio que pasa.
 
Con una gran impotencia intenta gritarle a un cuerpo que se va degradando, pero no emite sonido, manotea en el aire intentando regresarse pero no se mueve, queda flotando como si estuviera en un palco en donde está observando la tétrica obra de una biografía que nunca fue escrita, pero que ha sido improvisada día a día.
 
Ve como ya ha perdido casi todo su cabello, los ojos siguen fijos viendo hacia los anuncios que van pasando, pero ahora sin un brillo en la mirada, opacados por unas cataratas que intentan, de forma natural, el evitar que siga observando ese desfile interminable de reproches que su misma vida le está haciendo. Ahora el cuerpo está completamente encorvado por una columna vertebral que ha sido vencida por tantos años de soportar su postura soberbia, ahora solo es la sombra de lo que fue.
 
Intenta gritar de nuevo pero ningún ruido sale, ahora no intenta gritarle a su cuerpo ya marchito, intenta gritarse a sí mismo, por la frustración de verse cómo ha terminado, cómo se ha terminado, cómo buscando tenerlo todo, sólo a sí mismo se ha terminado...
 
Una vez más lo intenta, pero esta vez toma una gran cantidad de aire y hace un último intento, tampoco emite sonido pero logra entrar en su cuerpo, atraído por una pequeña mano que jaloneándolo lo ha despertado, levanta su cabeza de la mesa donde se ha quedado dormido, encima de todos los papeles en los que está trabajando.
 
Voltea a ver la cabellera despeinada de donde emerge esa pequeña mano que lo ha despertado, es de su hija más chica, aun impresionado por la pesadilla la levanta para darle un beso, le pregunta por su madre, la baja y le acomoda el cabello. Le dice que vaya a su cuarto, que es tarde y debe dormir, mientras voltea a ver la montaña de papeles que tiene enfrente.
 
Da un gran suspiro, acomoda los documentos sobre los que se había quedado dormido, toma su laptop para iniciar de nuevo a trabajar, es una persona muy profesional, dedicada y consciente... De lo atrasado que está con sus pendientes.
 
 
 
 

jueves, 17 de abril de 2014

El espectador…

Son las tres de la tarde, tiene seis horas sentado en esa plaza, viste unos tenis blancos, raspados, sucios, amarrados con trozos de agujetas que solo ocupan la mitad de los agujeros, sin calcetas, tiene las piernas estiradas, cruzadas, montadas en pantalones de mezclilla despintados, manchados, manchas originadas de diferentes líquidos, algunos corporales, otros de las bebidas adulteradas con las que pasa las tardes. 
 
Tiene puesta la playera del equipo de Futbol Club de Barcelona aunque no tenga idea de donde esta España, muy desgastada, rota en varias partes. 
 
Sus manos están con sus dedos entrelazados atrás de su cabeza, las uñas sin cortar se aprecian negras por la mugre que tienen, se apoyan en una melena grasosa con vida propia, un barbado ralo le cubre el sucio rostro, los poros dilatados por el calor reflejan los puntos negros obligados por su falta de higiene. 
 
Habla solo, se pregunta y se contesta el solo, algunas veces inmerso en pláticas tan amenas que no para de reír, mostrando los pocos dientes amarillos que aún le quedan.   Algunas veces tiene sus propios altercados, como cualquiera los puede tener en pláticas de temas delicados, como son la política o religión. Se nota cuando no está de acuerdo en algo que el mismo se ha contestado, levanta la voz, da manotazos, dibuja figuras en el aire con sus manos, como pretendiendo dar mayor argumento al tema que está exponiendo, gritando furioso cuando obtiene respuestas que no espera, esas respuestas que el mismo se ha dado. 
 
Cambia de temas de forma imprevista, usando medias frases para continuar con una idea y finalizándola con otras, cambios de humor tan variados, tan inestables como lo es toda su persona. 
 
Unos ruidos extraños que provienen de su vientre le informan que es la hora de buscar algo para comer, se levanta y sin dejar de platicar empieza a caminar, se dirige a unos contenedores de basura que hay a un costado de unos edificios de departamentos, es su lugar preferido, siempre encuentra algo de comer ahí. 
 
Llega y abre la primer tapa, son dos grandes contenedores, ahí, hurgando, encuentra un par de manzanas a medio comer, un pedazo de pizza, una salchicha y un pan que por lo duro que está, decide mejor dejar. 
 
Abre el otro contenedor y mete la mano, buscando desesperadamente algo que el solo sabe, mueve, quita, pone, hasta que encuentra lo que busca, un envase de jugo con un poco aun en el interior, con una sonrisa de triunfo lo guarda y cierra la tapa, con ambas manos llenas camina de nuevo al parque, deteniéndose en una fuente para llenar el envase de jugo, ese poco que aun tenia le va a dar sabor al agua, lo llena, lo cierra y busca un lugar tranquilo para comer. 
 
Tiene ya asignados sus lugares favoritos, todo depende de la hora del día. Uno es bajo un árbol, donde el pasto le da un lugar fresco para sentarse y comer, para ver el atardecer. 
 
El otro lugar donde siempre va, es en una banca que da hacia una conjunto de casas, le gusta estar ahí, pero solo acude por la noches, cuando ya se mete el sol, cuando ve en las ventanas iluminadas las diferentes historias de las familia que viven ahí, como si fuera un reality show donde los personajes le dan la oportunidad de entrar a su mundo a ese vagabundo... Sin tener la menor idea de estarlo haciendo. 
 
Ya es tarde, el sol va dibujando el ultimo trazo de su descenso, las sombras se alargan, él sigue comiendo bajo el árbol, como siempre lo hace, comiendo, hablando y contestando los diferentes temas que le revolotean por su cabeza, los niños curiosos que lo ven se quedan fascinados ante la singular escena, algunos cierran sus ojos para imaginarse a esos diferentes personajes que están hablando, que están discutiendo, que están susurrando, que están peleando, pueden oír los diferentes tonos de voz que ese raro ser le da a cada uno de los protagonistas de ese monologo interminable. 
 
Termina de comer y se recuesta en el árbol, viendo a los pájaros en sus nidos, viendo los colores vivos de las ramas que poco se van oscureciendo, así se queda, medio dormitando en su proceso de digestión, son de las pocas veces que los seres que habitan en su cabeza.... Se quedan callados. 
 
Abre los ojos, ya ha oscurecido, se levanta y camina deprisa hacia donde inicia su programación nocturna, en esa banca que queda encima de una pequeña loma, es la última de una serpenteante vereda que recorre todo el parque, bajando la loma hay una barda que forma el perímetro de una colonia de casas de familias trabajadoras, son pequeñas casas que están todas pegadas, todas iguales. Desde esa banca se aprecia la ventana del comedor y de una de las recamaras, es la parte posterior de las diminutas viviendas, todas de dos pisos, hechas así para poder aprovechar más los diminutos terrenos en las que fueron construidas. 
 
Llega a la banca, se sienta y presta atención a las diferentes obras que ahí se representan.   La casa que tienen exactamente enfrente es de una joven pareja, él es obrero de una planta ensambladora, ella es mesera en un restaurante, tienen una pequeña hija, las discusiones de siempre son por el dinero, nunca les alcanza para nada, la niña está jugando en el piso, tiene sus zapatitos rotos, un vestidito todo zurcido, la mesa que se aprecia en el comedor se ve muy maltratada, por el uso gastada, los platos y vasos que se ven que se ven están estrellados en algún lado, ellos siempre pelean porque no tienen nunca para nada, se gritan, se avientan cosas, él se mueve por la casa vistiendo una playera con un pantalón de trabajo, se nota que trae puesta una gruesa y reluciente cadena de oro en su cuello y en la muñeca del brazo una pulsera, también de oro. Ella ya no le contesta, está pegada a un reluciente celular, sentada en el cuarto, no deja de estar mensajeando, ambos con juguetes muy caros mientras una inocente juega en el piso con un vaso sucio. 
 
En otra casa vive una pareja de ancianos, ella no escucha bien, el batalla para moverse, con pasos temblorosos siempre está atendiendo a su esposa, le sirve su leche, una parte la tira por el temblor en sus manos, ella lo ve mientras él le sirve, cuando deja la jarra a un lado ella le acaricia la mano y la acerca a sus labios para darle un beso, el con una gran sonrisa, con pasos temblorosos regresa a su silla, ella escucha poco por lo que él tiene que levantar la voz para hablarle, son dos ancianos que juntos compartieron toda una vida. 
 
En otra casa viven un par de solteros, uno tiene una guapa novia que seguido los visita, ella todas las noches las pasa ahí, sin importar que el novio por su trabajo, varios días a la semana no llega a dormir. 
 
En otra casa viven otra pareja, ambas mujeres, una es mucho más joven que la otra, al inicio el extraño espectador pensó que eran una mama con su hija, cuando vio las muestras de cariño comprendió, que era un amor mucho más allá que el del sentido maternal. 
 
En otra casa vivía un hombre soltero, muy atlético, vivía siempre cuidando su cuerpo, por su casa llegaban muchas visitas, todas ellas mujeres muy guapas, vestidas con ropa muy provocadora, siempre llegaban a dejarle dinero, siempre rogando por un beso, él se portaba muy déspota con ellas, solo le importaba que le dieran más plata, una vez vio como golpeaba a una chica por no dejarle dinero. 
 
En otra casa vivían varios jóvenes, se veían como universitarios, siempre de fiesta, todos tomando sentados alrededor de una mesa, donde se pasaban una como lámpara muy rara, por un lado le prendían fuego y por el otro le sacaban humo, después de un rato todos se ponían muy felices, todos juntos no paraban de reír. 
 
Esa era su programación diaria, el show que todos los días veía, nunca se lo perdía, todas las noches puntual llegaba, absorbiendo historias hasta que poco a poco las luces se apagaban, hasta quedar todo a oscuras, hasta el momento de levantarse para irse al lugar donde dormía. 
 
Al día siguiente lo despertaron el trinar de los pájaros, se estiro, se levantó, se trasladó hasta un lote baldío que usaba como baño, volvió para acomodar su refugio, para que no fuera tan obvio, para que quedara oculto de cualquier curioso. 
 
Partió directamente hacia donde tenía su fuente de comida, hoy no tenía ganas de desayunar pesado, así que busco restos de frutas, encontró pedazos de manzana, algunas naranjas mal exprimidas, lo suficiente para un desayuno decente. 
 
Caminando y hablando como era su costumbre busco la banca de siempre, llegó, se sentó y con la vista perdida en el infinito empezó su extraña plática, donde varios personajes interactuaban en ese extraño monologo, los que pasan a su lado deliberadamente caminan más despacio, casi deteniéndose, buscando darse la oportunidad de escuchar la extraña platica... 
 
¡Agarra a la niña que está jugando con la basura! ¡Agárrala tú que estoy ocupada! Pero si no has comido casi nada, ¿vas a querer más leche o te sirvo café? No viejito, que ya cene. No, que si quieres café, para calentarte un poco de agua. ¡Agua flaca! ¡Que le cierres al agua que me estoy bañando! Si está cerrada la llave, debe estar vacío el tinaco, deja enciendo la bomba, ¡No, mejor entra conmigo al baño y entre las dos calentamos esto...! ¡Que es esto! ¿Crees que con esta miseria que me estás dando pagas lo que te estoy cuidando? ¡Con esto no vale la pena ni el molestarme en abrirte la puerta! ¡Que abran la puerta! ¿Que no escuchan que están tocando? ¡Debe ser el dealer con la nueva mercancía!, ¡Preparen el mechero, que la fiesta apenas empieza! ¡Espera, que el apenas se acaba de marchar al trabajo! ¿Qué tal si se regresa? Sabes que nunca vuelve hasta la mañana, empieza a desnudarte, voy a bañarme rápido.... 
 
Platicas, oraciones, palabras sin sentido para todo aquel que lo escuchara, reflejos expresados en palabras de una mente que no tiene la capacidad de procesarlas, era solo un espectador que repetía todo lo que alcanzaba a escuchar, en esas puestas en escena que todos los días veía, así seguía, por horas, solo repitiendo, muchas veces sin entender lo que repetía, solo transmitía y retransmitía lo que escuchaba, así, todo el día, como un viejo disco que solo tocaba una canción. 
 
Uno de tantos días se le vio muy extraño, ya no hablaba tanto, solo estaba sentado balanceándose de atrás para adelante, como un extraño péndulo, seguía hablando, pero en un tono más bajo, como si por primera vez recapacitara en lo que estaba diciendo, como si ahora el repetir las palabras fuera para entender por completo todo el concepto, como repitiendo para entender algún misterio... 
 
Quienes lo alcanzaban a escuchar no entendían muy bien de lo que se trataba, del por qué lo decía, se entendían muy claras sus palabras, muy claros los tonos de voz, era una narración en donde se entendía perfectamente que se trataba de dos personas hablando, pero no sabían quiénes eran los protagonistas de esa historia, solo escuchaban el extraño libreto... 
 
 -¡No llores viejito! Ya sabias que estaba muy enferma, ya nos lo había dicho el médico.
-Sí, ya se viejita, pero nunca pensé que fuera a llegar el momento, por más que quiero no puedo dejar de llorar.
-Mira, hasta ya te puedo oír un poco mejor, por lo menos de eso sirvió todo esto que me están haciendo, ya no llores, sabíamos que en algún momento nos teníamos que separar.
-Si viejita, pero no puedo hacerme la idea de que sufras más de lo que ya has pasado.
-Lo sé, por eso tú me vas ayudar a que esto ya termine, antes de que pase más, antes de que yo ya no te reconozca, antes de que en realidad me empiece a doler, antes de que me olvide de todo eso por lo que tanto te he llegado a querer.
-Ya no digas más viejita, no sé si lo pueda hacer, no sé si voy a tener el valor.
-Ya lo habíamos hablado, no tengas miedo, juntos vamos a lograrlo, ven, siéntate a mi lado, toma, sujeta de aquí la bolsa mientras meto la cabeza.
-Espérame, no puedo
-Claro que puedes, tenemos que hacerlo viejito, es ahora o nunca, mañana me quieren internar, no quiero llegar viva a ese hospital. Así, sujeta la bolsa, toma, aquí está la cinta, en cuanto meta la cabeza, la cierras del cuello. Listo, ahora vete al otro cuarto, no quiero que veas como me voy de tu lado… 
 
Esto lo decía, todo completo, repitiéndolo una y otra vez, en voz baja, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, en un mismo ritmo, mientras repetía lo mismo, solo con intermedios marcados con sonidos que aparentaba ser el profundo llorar de un hombre de avanzada edad. 
 
Así estaba ese espectador, hablando como siempre lo hacía, con esa vista perdida sobre unas sucias mejillas, unas sucias mejillas que ahora estaban marcadas por lineas claras... Lineas provocadas por unas lágrimas, que surcaban su inexpresiva cara.
 
 
 
 




miércoles, 16 de abril de 2014

Jugando en la arena...

Sentado, callado, concentrado, en la arena un niño juega, tiene una pequeña pala a un lado, un pequeño martillo y una cubeta en el otro lado, esta hincado, sin voltear a ver a nadie, no se aprecia lo que está haciendo, su mama está dentro de la casa, haciendo limpieza, preparando la comida, de vez en cuando le echa un vistazo para ver que este bien, solo ve su pequeña espalda y las herramientas tiradas a un lado de él.
 
Tiene cinco años, es hijo de un militar que lo ha educado con la misma estricta disciplina de su trabajo, la mama es una ama de casa más ocupada en su vida social que en la atención y cuidado de un infante de su edad, el niño no está acostumbrado a expresiones de cariño, no hay abrazos, no hay besos, se le trata como a un adulto sin permitírsele errores, no interactúa con otros niños.
 
Cuando está el padre en la casa su hijo tiene que estar a su lado, sentado, callado, viendo las noticias y programas violentos que acostumbra ver el papa, no hay caricaturas, por lo menos no cuando alguien lo está cuidando.
 
Sus juguetes son todos relacionados con la milicia, como deben ser para un niño, como se debe educar a un hombre, como debe ser para un digno heredero de tan ejemplar padre.
 
Sigue jugando en la arena, esta frente a un montículo que está intentando aplanarlo, alisarlo, buscando que todo quede a un mismo nivel, toma la pequeña pala y la clava a un lado para sacar más arena, con la pala sale una pequeña garra, es de un gato, del mismo color del que sale en las fotografías de los cartelones que está pegando el vecino, donde angustiado busca su mascota, donde da una recompensa a quien le pueda dar noticias de su amado gato.
 
El niño se espanta cuando ve la pata salir de entre la arena, voltea a todas partes y confirma que no lo está viendo nadie, toma la pala y haciendo un hoyo más profundo la entierra de nuevo, ahora sonríe al ver que ya no se nota, que el montículo ahora ya ha desaparecido, ya no hay vestigios de que algo ahí está enterrado.
 
Se sacude la tierra, se levanta, toma el pequeño martillo que le dio su padre, ve que está manchado de sangre, se acerca a una fuente que está en medio del jardín, lo mete en el agua junto con la palita, con detalle los limpia, tal cual como se lo han enseñado, como se debe limpiar perfectamente todo cuando se deja de jugar… Tal como lo ha aprendido en esa rigurosa educación militar.
 
 
 
 
 
relato, cuento, jugando arena

lunes, 14 de abril de 2014

¡Feliz inicio de semana!

Este inicio de semana va a ser placentero para todos, ¡Lleno de positivismo y buenas vibras!
 
El principio de toda semana siempre es el mismo, el andar solo lo definimos nosotros. Con lo que hoy empezamos no lo podemos cambiar, con lo que vamos a iniciar la próxima semana depende de lo que hoy hagamos, eso si esta en nuestras manos cambiarlo...
 
Feliz inicio de semana y nunca olvides que como vas a empezar la siguiente... Solo depende de lo que hoy hagas.
 
 
 
 

domingo, 13 de abril de 2014

¿Qué es un domingo...? Una reflexion.

Es el día deseado para dormir hasta tarde, dejar las preocupaciones, compartir con la familia, olvidarse del trabajo, estar en la cama, desayunar sin prisas. El día hecho por el Dios eterno para descansar.
 
El día perfecto para que tu vecino se ponga a reparar los desperfectos de su hogar y a todos, temprano, de nuevo, como en toda la semana, amaneciendo, puntual, con su escándalo simulando un gran despertador... Nos haga madrugar.
 
Es el día en que tu pareja se le ocurre sacar la lista de todos los pendientes, de todo lo que falta, de todo lo que no funciona, con una mano agarrando del collar a un perro con personalidad propia por no haberlo bañado en meses y con la otra la correa para sacarlo a caminar, parada en la puerta ocupando todo el espacio del marco, mostrando orgullosa esa extraña maldición que en este día le hace crecer por lo menos medio metro más de altura y la tesitura de su voz se vuelve dos tonos más aguda, convirtiéndose en una ogra con una voz tan chillona, que el propio perro, si tuviera manos, en ese mismo instante, el mismo se ponía a bañarse.
 
Es el día en que niños, familiares, visitas, perros, todos están al pendiente de los programas que tu buscas en la tele, para que cuando encuentres uno, todos, perfectamente sincronizados, se encarguen de atravesarse, hablarte, cambiarle, pasarte llamadas de gentes pidiendo cosas, hasta que todos, como lo han practicado por años, hagan una pausa, precisamente cuando están los comerciales, para tomar fuerzas, para descansar en su esquina, como boxeadores recibiendo instrucciones, alistándose, listos a saltar de nuevo a la escena como un solo ser, cuando inicia de nuevo el programa que intentas ver.
 
¿Qué es un domingo? El día que te hace extrañar... El poder regresar a trabajar.
 
 
 
reflexion, pensamiento
 

sábado, 12 de abril de 2014

Sin intentarlo...

Mil ciento uno, mil ciento dos, mil ciento tres, mil ciento cuatro, una niña está contando los segundos mientras aguanta el aire debajo del agua, estaba de vacaciones en la playa junto con su familia, nunca había estado en una alberca, de hecho, era la primera vez que estaba en el agua, tenía once años y muchas veces había visto a cientos de niños sumergirse en el agua, lo había visto con sus hermanos, en la televisión, en el cine, siempre se había preguntado que se sentiría sentirse rodeada de agua.
 
Su padre la sobre protegía, cuando llegaron ella le había insistido en que le permitiera meterse a la alberca, sabía que pedirle que la metieran al mar era algo mucho más difícil de lograr, tenía dos hermanos más chicos que ella, ambos eran hombres, no sabía si por el hecho de ser niños se les tenían permitidas más libertades, sus hermanitos desde temprano estaban nadando, ella los veía desde la orilla, sin meterse, así paso todo el día.
 
Por la noche habían ido a cenar, era el aniversario de las segundas nupcias de su padre, se había casado por segunda vez con una compañera del trabajo, a los dos años de haber enviudado fue cuando se casó de nuevo, los niños eran sus medios hermanos, por ese aniversario estaban brindando, la noche iluminada con luna llena, el restaurante con un servicio de primera en ese lujoso hotel de cinco estrellas, no tenían necesidad de salir de las instalaciones, todo lo que quisieran ahí lo tenían.
 
Los padres brindaron por el día en que se conocieron, por el día en que iniciaron su romance, de cuando se perdieron en el parque, de otros momentos que solo ellos entendían, ella los veía y sonreía contagiada por la risa de ambos, sus hermanitos ya estaban fastidiados y se querían ir al cuarto a acostar, todo el día habían estado metidos en la alberca, estaban por el sol quemados y cansados de tanto nadar, sus padres no tenían para cuando acabar.
 
Ella les dijo que los podía llevar al cuarto, también ya quería descansar, ellos la vieron y dudaron en dejarlos ir solos, pero después de todo era un hotel con mucha seguridad, ¿Que les podría pasar? Estuvieron de acuerdo y ella con los pequeños partió a la habitación.
 
Llegaron y de inmediato los hermanos se posesionaron del televisor, aun con la puerta abierta ella vio a sus hermanos tirados en la cama atentos a un programa y vio hacia afuera, hacia donde se veía la alberca.
 
¡Esa era su oportunidad! Sin pensarlo dos veces dio la vuelta y salió del cuarto dejando bien cerrado, anduvo entre algunas jardineras de  los cuartos contiguos y llego al área de la alberca, parcialmente iluminada, se veían algunas parejas acostadas en camastros concentradas en ellas mismas, nadie más había cuidado que alguien se metiera a la alberca.
 
Ella se acercó a la orilla, lo más que pudo, y con una gran sonrisa, emocionada hasta lo más profundo de su alma, se arrojó al agua, no sin antes respirar profundo, para guardar una gran bocanada de aire...
 
Cayó y empezó a contar, para medir cuanto tiempo duraba debajo el agua, con una gran sonrisa en su rostro, profundamente emocionada, contando mientras sentía como se hundía, como desaparecían las luces de afuera, los camastros...
 
Todo lo que estaba afuera desaparecía de su vista, incluyendo su silla de ruedas que se quedaba parada a un lado de la alberca, sin la intención de mover sus brazos para salir a flote, solo contaba los segundos con esa gran sonrisa mientras se seguía hundiendo.
 
Mil ciento noventa y uno, mil ciento noventa y dos, mil ciento noventa y tres, mil ciento noventa y cuatro, ya llevaba minuto y medio bajo el agua, solo estaba acostada en el fondo de la alberca, ya no alcanzaba a ver su silla de ruedas, solo se veía un poco la luz de una lámpara que alumbraba parte del jardín y la alberca, no se movía, solo contaba, como lo hacía cuando contaba los cuadros del piso del especialista que todas las semanas la veía, cuando esperaba ser atendida, como contaba las veces que sus hermanos saltaban cuando jugaban con el brincolin en el patio de su casa, como contaba las horas cuando su padre se iba al trabajo, como contaba los automóviles que pasaban por afuera de su ventana, como contaba los papeles que le aventaban sus compañeros de la escuela, como contaba cada día que pasaba desde que su madre la dejara...
 
Mil doscientos cincuenta y uno, mil doscientos cincuenta y dos, mil doscientos cincuenta y tres, mil doscientos cincuenta y cuatro, ya llevaba dos minutos y medio bajo el agua, la sonrisa en su rostro ya no era tan grande, ahora comprendía lo que había hecho, intento mover sus brazos para salir a flote pero nada paso, ella tenía inmovilizado su cuerpo de la cintura para abajo, era como si tuviera un ancla que en el fondo la amarraba.
 
Una sensación extraña la empezó a invadir, era algo que no había sentido antes, un miedo que no conocía, nunca había tenido la necesidad de sentirlo, siempre estaba acompañada, siempre por todos cuidada, ahora con un miedo reflejándose en su cara veía lo lejano que estaba la superficie, no dejaba de contar, algo le decía que no dejara de contar, si no ocupaba su mente con eso se iba a desesperar, un profundo razonamiento para una niña de su edad.
 
Mil doscientos ochenta y uno, mil doscientos ochenta y dos, mil doscientos ochenta y tres, mil doscientos ochenta y cuatro, ella seguía contando, ya llevaba tres minutos bajo el agua, cuando veía por la televisión los programas de buzos siempre practicaba el aguantar el aire, siempre se imaginaba en el océano buceando, siempre se veía con unas nuevas piernas por los mares snorkeleando. Estaba boca arriba viendo hacia la superficie, se impulsó con uno de sus brazos y se pudo dar la vuelta.
 
Estuvo todo el día viendo a sus hermanos en esa alberca, estuvo todo el día viendo cómo se arrojaban del lado profundo para después salir caminando del otro extremo, donde poco a poco perdía profundidad la piscina hasta quedar al nivel del piso, el instinto de supervivencia le trajo eso a la mente, sin dejar de contar con ambos brazos se impulsó al frente buscando moverse, sus manos resbalaron en el fondo, nunca estuvo antes en una alberca, no tenía ningún principio ni idea de cómo nadar usando solo los brazos, intento de nuevo impulsarse al frente pero de nuevo resbalaron sus manos.
 
Sin dejar de contar empezó a reptar, caminando con sus manos por el fondo, se sorprendió de lo ligera que se sentía, sus piernas se arrastraban pero podía moverse, se movía como una sirena sin mover su aleta, buscando en el fondo alguna perla.
 
Ahora cada segundo contado era también marcado con una brazada que daba en ese extraño nado.
 
Mil trescientos once, mil trescientos doce, mil trescientos trece, mil trescientos catorce, cada segundo es una nueva remada con esos pequeños brazos, acostumbrados al trabajo pesado de dar impulso a su silla de ruedas, como un soldado avanzando pecho tierra en una espesa maleza esperando atacar al enemigo, así avanzaba esa decidida legionaria, con unos pulmones que ya le arden por el esfuerzo realizado, su boca le exige el abrirse buscando una oleada de aire, un ligero mareo empieza a sentir, no deja de avanzar, no deja de contar...
 
Mil trescientos cuarenta y uno, mil trescientos cuarenta y dos, mil trescientos cuarenta y tres, mil trescientos cuarenta y cuatro, lleva ya cuatro minutos bajo el agua, cuando estaba inmóvil su ritmo cardiaco estaba al mínimo, ahora su corazón se le quería salir del pecho por el esfuerzo que estaba haciendo, sus brazos y manos no se rendían, tenían esa fuerza adicional que les habían regalado sus piernas, así seguía, aguantando la respiración, sumergida en el agua, con ese esfuerzo adicional por llevar un cuerpo con unas piernas que para muchos hubieran sido un lastre, pero que para ella solo significaban… Otra parte de ella.
 
Mil trescientos setenta y uno, mil trescientos setenta y dos, mil trescientos setenta y tres, mil trescientos setenta y cuatro, llego a los cuatro minutos y medio bajo el agua, ya no podía más, sentía como sus pulmones le quemaban por dentro, sus brazos ya los sentía adormecidos por el empeño realizado, solo contaba y avanzaba con sus manos, siempre concentrada, sin mirar a nada más que el piso avanzando, sin mirar hacia arriba donde estaba la superficie, solo viendo sus manos con los segundos contando.
 
Mil trescientos noventa y uno, mil trescientos noventa y dos, mil trescientos noventa y tres, mil trescientos noventa y cuatro, mil trescientos noventa y cinco, mil trescientos noventa y seis, mil trescientos noventa y... No termino de contar.
 
Sin ya sentirlo quedo suspendida en el aire, colgando mientras era sostenida de la playera que traía puesta, como si fuera el muñeco de un ventrílocuo recién sacado de su maleta, escurriendo agua, casi desmayada después de soltar el aire sostenido, quien la sostenía era un mesero que pasaba por el lugar y que le llamo la atención ver la silla de ruedas a la orilla de la alberca, rodeo la piscina hasta ver una niña sumergida en el fondo, sin pensarlo se arrojó al agua para sacarla, ella prácticamente ya había llegado a la orilla, si la niña  hubiera levantado la vista se habría dado cuenta que estaba a medio metro de  haber llegado.
 
La llevo corriendo a la enfermería, ahí le dieron oxígeno, la revisaron, estaba bien, solo profundamente agotada, localizaron al padre y a su esposa que seguían en el restaurante festejando, llegaron corriendo, angustiados, ya su hija estaba reaccionando.
 
La niña les conto emocionada que había durado casi cinco minutos bajo el agua, de cómo se había volteado, de cómo había por el fondo caminado, de como nunca se dio por vencida, de cómo le habían dicho que había llegado hasta el otro lado.
 
La miraron, era tan profunda su emoción que no quisieron regañarla en ese momento, ya habría tiempo para hacerlo, ahora lo importante es que estaba viva, que no había sido más que una mal planeada travesura...
 
Esos minutos debajo del agua fueron más que una espeluznante aventura, la niña consentida y caprichosa por sus capacidades diferentes que se arrojó a la alberca no fue la misma que fue rescatada, en su lugar emergió una jovencita con una madurez asombrosa para su edad, nunca tuvo miedo, se fijó un objetivo que lo siguió sin vencerse, supo reconocer sus limitaciones para hacerles frente, reconoció como su cuerpo le había recompensado en sus brazos la falta de movimiento en sus piernas, estaba orgullosa de lo que era, de lo que había hecho y de cómo lo había conseguido, porque ya estando todos tranquilos, cuando le dijeron lo cerca que estaba de la orilla, ella les reclamo por no haberla dejado terminar, ahora todos estaban seguros de que lo hubiera podido lograr.
 
Mil cuatrocientos uno, mil cuatrocientos dos, mil cuatrocientos tres, mil cuatrocientos cuatro, de nuevo contando, de nuevo usando los segundos para medir sus brazadas, pero ahora como un metrónomo para llevar la cadencia de sus brazos, sin dejar de contar, con el mismo esfuerzo en unos brazos ahora marcados por tanto practicar. Mil cuatrocientos cinco, mil cuatrocientos seis, mil cuatrocientos siete y toca la orilla de la alberca... Ahora de dieciséis años, estaba rompiendo el record femenil en los Juegos Paralímpicos de Londres, era la competidora más joven y acaba de romper el record que estaba vigente, convirtiéndose en favorita para las Olimpiadas Paralímpicas del próximo año.
 
Después de su aventura duro un año llorando, suplicando, rezando para que le dejaran de nuevo acercarse a una alberca, solo lo logro con un profesor especial, contratado para darle clases particulares, desde el principio el maestro se sorprendió de lo decidida que era esa esa niña, de la madurez con la que reconocía sus propias restricciones.
 
Aprendió a nadar sin problemas, aprendió a bucear, aprendió a snorkelear, aprendió a superar sus miedos, aprendió a reconocer las ventajas en sus desventajas, les enseño a más de uno que las limitaciones solo existen en las mentes de quienes nunca lo intentan, que no vienen al nacer... Que solo existen en quienes sin intentarlo, simplemente se dejan vencer.
 
 
 
 




jueves, 10 de abril de 2014

El deseo de vengarse...


Está sentada en el suelo, recargada en una vieja banca, tiene los ojos morados, un hilo de sangre le brota de la nariz, la boca rota, con la vista perdida se agarra su blusa intentando taparse, no tiene botones. Su falda desgarrada medio tapa unas piernas llenas de sangre, a un lado se ven pedazos de tela, retazos de falda, tiene ya dos horas que no se mueve...
 
Esta por amanecer, se empieza a notar el clarear del nuevo día, se aprecian algunos columpios y unas bancas de ese parque que se ubica en el centro de la ciudad, por un lado pasa caminando un trasnochado que va a su casa, la ve tirada y se acerca, le pregunta si está bien, ella no le contesta, la mueve para ver si reacciona, esta se queda inmóvil, le mueve la mano que sostiene su blusa, ella sin fuerza la suelta, queda a la vista parte de sus senos, el voltea a los lados para ver si hay alguien más, están solos. Lleva toda la noche tomando por lo que sus reacciones son guiadas por instintos, de nuevo la mueve, ella no responde, empieza a tocar sus senos sin tener respuesta por parte de ella, sigue con la vista perdida, la jala para recostarla, le levanta lo que le queda de falda, se desabrocha el pantalón, se monta encima de ella y haciendo un brusco movimiento intentar penetrarla por completo, pero siente como topa con algo, le llega un dolor intenso, sin comprender que es lo que pasa se inca para ver aterrado que tiene su miembro de un lado rasgado...
 
¡Que me has hecho maldita! Le grita mientras le golpea la cara, golpes que caen sobre golpes ya hechos, ya recibidos, ya resentidos por ese rostro que sin inmutarse ni protegerse recibe el castigo.
 
Él se levanta sangrando, se sube el pantalón y corre hasta perderse en lo que aún queda de la noche...
 
Pasa una media hora, ya la luz lo ilumina todo, una camioneta cerrada, sin ventanas, circula por la calle, la ve a la distancia y se detiene, dos enfermeros vestidos de blanco se bajan, llegan a ella, la revisan, sin decirle nada la cargan y la suben, llegan a un hospital psiquiátrico, la pasan a la enfermería, ahí la recibe un doctor y una enfermera, con cara de aflicción la ven como esta toda golpeada, como está llena de sangre. La recuestan, le dan un sedante, le limpian las heridas, le quitan lo que le queda de ropa, la enfermera con una práctica de algo que ha hecho muchas veces la acomoda en la base para el chequeo ginecológico, quedan sus piernas separas, al aire, con mucho cuidado la revisa, con unas pinzas dilatadoras le abre la vagina, observa el interior y con otra pinza hurga hasta empezar a sacar un objeto que tiene dentro, sin decir nada lo saca, es un pedazo de madera cortado como una media luna, en medio tiene un largo clavo largo manchado de sangre, lo saca y lo pone en una bandeja, ya sin el objeto revisa por daños y ve que no tiene nada, confirma que toda la sangre que tiene no es de ella.
 
La asean completamente, ella sigue sin emitir ningún ruido, sigue con la vista perdida, el doctor la revisa, le baja las piernas y la cubren con una manta.
 
Entra otra persona, no tiene uniforme, toma una silla y se sienta a su lado, le toma la mano y le habla al oído... Tu padrastro ya está muerto, ya pago por todo lo que te hizo, no va a volver a la vida, ya no tienes que buscar venganza.
 
Ella no dice nada, solo una lágrima recorre la magullada mejilla, sin decirle nada más se la limpia y sale al pasillo, ahí la esperan el médico y la enfermera, ¿Como lo hizo ahora? Pregunta con la angustia reflejada en su cara. ¡Corto el mango del cortinero y lo ha rebajado con algo, le puso un clavo y se lo ha metido, llego llena de sangre!
 
¿No saben si alguien la reporto a la policía? No, nada hemos sabido, la encontraron en un parque tirada en el suelo, creemos que fue ahí buscando que la violaran...
 
Escuchaba lo que le informaban, era la directora del hospital, con una gran mortificación reflejada en su rostro tomo el expediente de la paciente y empezó a leer nuevamente los antecedentes.
 
Estaba internada por un trauma causado en su niñez, cuando su padrastro desde que tenía seis años la violaba, a ella y a su hermana más pequeña, después de violarlas las golpeaba hasta dejarlas inconscientes, su madre era una adicta que nunca se daba cuenta de nada.
 
No iban a la escuela, no les tenían permitido salir de la casa, estaban convertidas en dos cuerpos sin alma que no hablaban, no jugaban, solo estaban encerradas en un cuarto sin baño, solo cuando eran necesarias las dejaban salir, después de ser utilizadas, de nuevo las encerraban.
 
Ella no sabía del bien o del mal, no sabía si eso le pasaba porque le tenía que pasar o si era algo que no debía suceder, solo cuando vio a su hermanita que un día ya no se movía supo que algo no estaba bien, entro el padrastro y la sacudió con el pie, como si fuera un sucio pedazo de trapo tirado en el suelo, la sacudió con las manos, al ver que no reaccionaba la levanto de un pie y la saco con la cabeza arrastrando, ahí supo que eso no estaba bien, que algo tenía qué hacer...
 
De comer solo les dejaban fruta muchas veces ya echada a perder, algo de sopa, algunas veces pan. No había juguetes como tal, les habían dejado un par de muñecos mal hechos con madera tallada, tomo uno de ellos, le arranco la cabeza, había un clavo largo en la pared donde alguna vez hubo un cuadro, lo saco, lo clavo en la cabeza del muñeco hasta atravesarlo, hasta que salió todo el filo por el otro lado, sin pensarlo se lo metió en su cuerpo, por el abuso de tantos años pudo meterlo hasta que solo quedo la punta del clavo saliendo y así se quedó, recostada... Esperando.
 
Horas más tarde entro el padrastro, como siempre cayéndose de borracho, la jalo de un brazo y la saco a su recamara, ella solo vestía una pequeña falda con una playerita, la aventó en la cama, se sentó para quitarse el pantalón, de lo tomado que estaba no pudo hacerlo, ella, como siempre lo hacía, solo al techo veía, sin decir palabra, sin emitir sonido, él se puso encima de ella con el pantalón a media pierna... Y recibió su castigo.
 
El tamaño del clavo era prácticamente el largo de su miembro, el clavo lo atravesó sin ningún problema, atravesando sus venas, tan ebrio estaba que no notaba lo que pasaba, arremetía una y otra vez clavándose el clavo en diferentes partes, así siguió hasta sentirse mareado, fue cuando se separó y se vio manchado de sangre, donde antes tenía un miembro ahora solo había un colgajo de carne...
 
Grito aterrado bajándose de la cama, intento correr pero el pantalón a medio bajar hizo que se tropezara, cayendo hasta golpearse la cabeza con una pesada mesa de madera, el golpe fue seco, mortal, cayó a un lado mientras se seguía desangrando.
 
La niña seguía sin moverse, solo mirando al techo, sin emitir palabra, después de un rato se levantó de la cama, paso por encima del cuerpo inerte, caminó por la casa, vio una puerta que en un recuerdo que parecía perdido le dijo que era la salida, la abrió y salió, una vecina que la vio salir se espantó al ver sus pequeñas piernas llenas de sangre, le hablo a su esposo, la metieron a su casa mientras llamaban a una ambulancia, llego la policía, al entrar a la casa de la niña vieron el horror en el que había vivido, a la madre la encontraron desmayada, aun con la aguja con heroína pegada a su brazo...
 
Ella nunca se pudo recuperar del todo, entendía lo que le decían pero nunca hicieron que hablara, nunca pudieron hacer que se comunicara, la cabeza del muñeco con el clavo le había hecho mucho daño en sus partes internas, fue tan traumático todo su caso que forma parte de los libros de psiquiatría.
 
En el hospital la trataban con un cuidado especial, era algo mucho más allá que solo otra paciente mas, era un vivo ejemplo de la barbarie con la que se pueden enfrentar algunas almas inocentes, era un ejemplo de cómo el sentido de supervivencia puede provocar el atacar para defenderse, de cómo se puede hacer tanto daño que nunca puede perdonarse, de cómo hay cosas que ni con todo el amor ni con todo el cuidado pueden llegar a olvidarse.
 
De cómo para alguien que fue tan lastimado no importa cuánto tiempo pase... Siempre tendrá presente el deseo de vengarse.
 
 
 









miércoles, 9 de abril de 2014

Un ángel…


Encerrados en este purgatorio que sirve de puente entre la gloria y el infierno, a solo centímetros de distancia, tan alejados que no se pueden tocar nuestras manos, tan cerca que se pueden mezclar los alientos, tan distantes que no se ni tu nombre, tan próximos que floto en tu aroma, tan lejos que no puedo alcanzarte, tan pegados que siento el calor de tu cuerpo, tan separados que te vuelves un sueño, tan juntos como bambúes compartiendo raíces sin nunca unirse, tan distanciados que nunca volteas a verme, tan unidos compartiendo un mismo destino,  tan intocable entre tanta gente…
 
Viajes entre pisos que nunca terminan, siempre coincidimos a la hora de la salida, ¿Quién eres? Eres un misterio, formas parte de los pisos de arriba, como le corresponde a un ángel su lugar en el cielo, nunca me doy cuenta cuando subes, solo cuando desciendes entre mortales que pacientes esperamos el volver a verte...
 
Purgatorio flotante que abre sus puertas a la gloria cuando tu entras, en este corto viaje que compartimos en un cosmos de una sola estrella, un astro con un gran resplandor. Un ángel que convierte en paraíso... Un simple elevador.
 
 
 
 

cuento corto, elevador