El sol va saliendo, extendiendo su claridad por toda la ciudad, rayos de
luz que van borrando las sombras de la noche, rayos de luz que evidencian los
abusos de la noche...
En una esquina se empieza a vislumbrar a una mujer sentada, mal vestida,
con rastros en todo su cuerpo del mendigar por las calles, con su cabeza en la
pared recargada, profundamente dormida con un bebe en su regazo, despierto,
jugando con una cobija con la que estaba medio tapado.
Ella tiene en los brazos cicatrices causadas por múltiples heridas
provocadas por las jeringas que le dan sus fugas constantes de este mundo,
drogadicta desde los trece años cuando fue violada por su padrastro, cuando fue
lanzada a la calle, cuando fue olvidada hasta por su propia madre.
Su vida ha sido una constante vagancia, prostituyéndose cuando la necesidad
se lo exigía, drogándose para que su vida tuviera sentido, por sus pies pasaron
muchas calles, por sus piernas muchos hombres, por sus manos diversas drogas,
por su mente... Solo vagos recuerdos.
Tiene la mirada vidriosa, con sus ojos a medio cerrar, le faltan dientes
causados por la falta de higiene, su cara llena de cicatrices de viejas heridas
por disputas de esquinas, por transacciones mal acordadas, por malas
negociaciones con sus clientes ocasionales.
Costras de mugre llenan su cuerpo, olores pestilentes marcando un rastro
que nadie sigue, por lo menos de nadie que la estime...
Ella no recuerda ni su propio nombre, su cama es la primera banca que se
encuentre al morir el día, no es propietaria ni de unos cartones que la cubran
por las noches...
Poco a poco empieza a despertar, forzada por la luz del sol que le da de
lleno, abre los ojos ve la criatura, un fuerte olor le indica que tiene que
cambiarla...
Esta huyendo con ese pago que fue dado por una adicta a su proveedor, el
niño era el pago de una transacción, ella se dio cuenta, era con su mismo
vendedor, estaba por inyectarse cuando un suspiro de coherencia le llego a la
cabeza, estaba ya muy dañada de tantos excesos con sustancias tan variadas, de
todo había probado, a todo le metía, pero en algún lado aún quedaba algo de esa
niña que fue tan lastimada, le llegaron los amargos recuerdos, de todo lo que
había pasado, se vio las manos, vio la jeringa ya lista, vio al niño limpio e
inocente y en ese momento supo que algo tenía que hacer...
Quien llevaba al niño estaba muy ocupada negociando la cantidad de heroína
que iba a recibir, estaba encerrada con el proveedor en una recamara, pagando
con su cuerpo el favor que le estaban haciendo al recibir como pago algo
diferente a dinero.
Ella tomo al niño, tomo la maleta con pañales que llevaba y sin pensarlo
dos veces corrió a la calle, iba temblando, por la adrenalina, por la falta de
su dosis, por el llanto que desde lo más profundo de su alma le salía, abrazaba
a ese niño como si fuera su hijo, era de nuevo esa niña de trece años abrazando
a su muñeca más querida, era de nuevo un alma sin malicia que solo buscaba
proteger a quien estaba más indefenso que ella, siempre todos la pisotearon,
ahora ella sentía ese poder de defender a alguien, un instinto que nunca había
sentido, un instinto aún más fuerte que su propia adicción, dejo la dosis que
tenía preparada tirada, cuando unas horas antes mataba por conservar algo
así...
Dejo de correr cuando sus piernas no dieron más, los años de pésima
alimentación no reconocían la buena intención, no tenía energías con que
sostener esa fuga desesperada, bajo su ritmo, siguió caminando hasta caer
agotada, hasta que el cansancio domino su mente...
Ahora estaba despierta, iluminada por ese nuevo día, con un niño en brazos
que necesitaba urgente ser cambiado, nunca en su vida lo había hecho, nunca se
había hecho cargo de nadie, nunca había tenido a un bebe en brazos
antes...
Pero al igual que los animales que nunca fueron instruidos para ser padres
tuvo un instinto que la fue dirigiendo, se fijó como estaba armado el pañal que
tenía y siguiendo esto puso el nuevo, limpio el excremento con unas toallas
húmedas que encontró en el interior de la mochila y le dio de comer con una
mamila que ya estaba preparada.
Sentada en la calle estaba, dándole de comer, balanceándose mientras lo
hacía, susurrándole una tonada que no se explicaba de donde la sabía...
Termino de darle de comer y se preparó para seguir su camino, sabía que la
estaban buscando, no podía ir a ningún lugar de los que acostumbraba frecuentar,
estaba perdida en una ciudad donde había vivido toda su vida...
Paso frente a una aparador, vio lo que su cruel reflejo le reclamo, veía a
una persona con el pelo revuelto, pegado en una masa por la suciedad de meses
sin bañar, vio una cara sucia, manchada, demacrada sobre un suéter roto en el
área de los codos, despintado y manchado por las huellas de la calle, una falda
rota y sin un color definido, unos tenis igual de desgastados, uno diferente al
otro...
Vio como esa figura sostenía a un niño con un rostro inocente que
plácidamente dormía ahora cobijado con una manta limpia, manta que resaltaba en
unas manos sucias con las uñas negras, largas, manchadas,...
No sabía que podía hacer, ni imaginarse en acudir a la policía, había sido
tantas veces levantada por drogarse en las calles que tenía pavor de pensar en
tan solo acercarse, pasaba frente a una iglesia pero tampoco era una opción,
cuando de niña vagaba por las calles conoció a varios niños que eran solicitados
por los sacerdotes que estaban al frente de esas iglesias, solicitados para
darle rienda suelta a sus más bajas pasiones, después simplemente eran
regresados a las calles, muchas veces sin pagarles lo que les había
prometido...
Paso frente a una escuela, la misma a la que anteriormente había ido por
que le daban de comer las sobras que quedaban del comedor, llego por la puerta
de la bodega, busco a su amiga, la misma que siempre le había tendido una mano,
la misma que tantas veces intento llevarla a rehabilitación, la misma que nunca
la dejo de ver como otra persona más...
Ella era una ex religiosa que decepcionada de su propia iglesia había
renunciado a ella, ahora ella por su parte daba lo que pensaba que Dios esperaba
de cada uno de sus hijos, el hacer el bien sin mirar a quien, todo el mundo la
conocía como la Hermana María.
La encontró como siempre, dándole de comer a los que no tenían con que
pagar sus alimentos, temerosa confirmo que no hubiera nadie que la conociera,
nadie que pudiera delatar en donde se encontraba, sabía que ahora su vida nada
valía...
Espero a que estuviera sola escondida en unos botes de basura, cuando vio
la oportunidad se acercó... ¡Hermana María!, la religiosa volteo y su cara
palideció cuando la vio cargando esa criatura.
¿Pero qué has hecho? ¿De dónde has sacado ese niño? qué barbaridad has
hecho...
Ella le conto lo que había sucedido, como había escuchado la transacción
que se hacía y como había decidido huir con el niño, la Hermana María la escucho
asombrada, nadie como ella sabía de cómo todos la daban como un ser perdido, sin
futuro, sin esperanza alguna de rehabilitarse y ahí estaba, dándole el mejor
ejemplo de como la bondad de las personas está más allá de la forma de
comportarse, de cómo vives, de cómo sufres, con una mano tapándose la boca la
escuchaba sintiendo como un nudo en la garganta se le formaba...
Tomo al bebe, confirmó que estaba bien, estaba despertando reclamando de
nuevo alimento, la Hermana María preparo un nuevo biberón con las cosas que
venían en la maleta, explicándole detalladamente como se hacía, le paso al bebe
para permitirle darle de comer, fue a cerrar el comedor y juntos partieron a la
casa de la ex religiosa.
Ahí la baño, prácticamente la rapo, no había mucho cabello que rescatar, le
corto las uñas, le dio ropa limpia, se asombró de cómo un poco de cuidado y
atención puede hacer tanto por una persona que ha sido completamente abandonada,
los acomodo en una recamara y les dejo dormir...
La Hermana María no supo de inmediato que hacer, sabía que tenía que dar
parte a la policía, pero también sabía que ese niño era la única esperanza para
rescatar a esa mujer tan maltratada por la vida, decidió darle una oportunidad a
quien le dio esa oportunidad a una vida que apenas comenzaba, no iba a dar parte
hasta que ese niño le diera la fuerza para poder rehabilitarse, hasta que esa
criatura diera el nuevo renacer a quien para muchos era una muerta en
vida.
La fuerza de voluntad padece ante el terror de la abstinencia, los
temblores atacaron a ese cuerpo que reclamaba las drogas que por tantos años
formaron parte de su ser, temblores incontrolables con temperaturas que
mantenían empapada de sudor a esa mujer, que por primera vez veía al mundo sin
tener nublada su mente, dándose fuerzas con ese niño en sus brazos, dándose
valor con ese nuevo instinto maternal que la hizo levantar, reaccionar, por
primera vez buscar por la vida caminar...
Paso una semana que fue la peor que recordara, la Hermana María nunca se
separó de su lado, con tratamientos, cuidados y paciencia poco a poco se fue
descontaminando ese cuerpo, el nuevo cabello ya empezaba a crecer, el cuidado y
alimento le hizo ganar peso, el brillo regreso a sus ojos, la conciencia del
tipo de vida que llevaba le daba más fuerzas para continuar con la
abstinencia...
El tiempo pasaba, la Hermana María sabía que tenía que dar parte a la
policía, reportar a ese niño rescatado de ese trágico destino, tenía que
hacerlo, podría meterse en problemas por no reportarlo a tiempo, pero era tan
milagrosa la recuperación de esa madre sustituta que tenía sentimientos
encontrados, era cierto que se estaba recuperando de la adicción tan tremenda
que tenía, pero también era cierto que no contaba con nada para poder hacerse
responsable de ese crio...
Llevaba ya un mes con este conflicto, ya la buena alimentación, el dormir a
sus horas, el no tocar las drogas habían dado un sentido positivo a esa mujer,
las huellas imborrables de su pasado seguían en sus brazos, pero una sonrisa
siempre presente opacaban esas huellas presentes.
La criatura también iba ganando peso, ya reconocía a esas dos madres
sustitutas, no hay nada que mueva más el alma que la sonrisa un bebe cuando
reconoce a alguien, no hay nada que se compare, menos para quien nunca había
recibido una muestra de cariño, menos para alguien que había decidido dar su
vida a Dios renunciando a ser madre, fue un sentimiento que nació en esas dos, a
un mismo nivel, haciendo una complicidad que las unió aún más, una lazo que ya
era imposible de romper.
Para la Hermana María ya se trataba de una hija que acababa de rescatar y
de un nieto que acaba de conocer, instintos naturales que nacen del amor
incondicional de una madre, de esas madres que no necesitan parir a los hijos
para darles todo, para entregarles todo, para amarlos por sobre todo...
Cuando menos se dieron cuenta pasaron seis meses, la recuperación era ya
casi total en ella, ya no sentía la menor necesidad de drogarse otra vez, ahora
acompañaba a la Hermana María en sus labores caritativas, ayudaba en el comedor,
repartían alimentos, recogían donativos, siempre con él bebe con ellas, siempre
los tres como una compacta familia, ya todos estaban acostumbrados a verlos
juntos, todos suponían que era su hija con su nieto, nadie hacia preguntas, no
había por qué hacerlas.
De los recuerdos pasados poco era lo que podía rescatar, siempre vivió
sumida en neblinas que opacaban su mente, siempre dopada, de las gentes que
trataba recordaba muy poco, si las veía de nuevo seguro que a nadie reconocía...
Por lo menos ella no.
Empezaron a visitar todos los refugios de drogadictos, de gente que vivía
en las calles, les llevaban ropa, comida, ahora formaban parte de una fundación
que dirigía la Hermana María, contaban con su propio centro de rehabilitación,
buscaban sacar de las calles a quienes se dejaran rescatar, andaban por toda la
ciudad.
Ella estaba muy cambiada, había subido de peso, andaba bien vestida, por lo
menos con ropa limpia, adecuadamente peinada, con un brillo en la mirada, era
muy difícil que alguien la reconociera... Pero no para quien había puesto precio
a su cabeza.
El traficante nunca había olvidado la ofensa, sabía que no había salido de
la ciudad, no tenía a donde ir, por lo que solo se armó de paciencia y espero el
momento en que de nuevo apareciera, no faltó quien reconociera los tatuajes que
ella tenía en los brazos y en el cuello, esos tatuajes que le hicieron cuando
estuvo presa, tatuajes que nunca cambian... Aunque se esté bien alimentado.
La ubicaron, la siguieron, estuvieron por una semana cazándola, midiendo
sus movimientos, ya ellas dos andaban sin el niño que se quedaba en una
guardería esperando por su madre y abuela sustitutas, quienes la cazaban no
sabían que aun tenia al niño.
Ella tenía mucho tiempo que se sentía mal, un día lunes muy temprano se
sintió peor por lo que acudió al doctor en el servicio comunitario del hospital
local, la reviso, le hizo hacerse unos análisis, le decía al médico que solo era
anemia, que por tanto trabajar se olvidaba de comer, que solo dormía algunas
horas, una enfermera le tomo varias muestras y se fue a su casa...
Nunca se imaginó que ese día la estaban esperando, los lunes era cuando
acudía a entregar la comida en uno de los albergues, lo hacía sola, manejando
una desvalijada camioneta que les habían prestado, no tenía licencia por lo que
siempre andaba con mucho cuidado, muy despacio, acudía muy temprano, cuando no
había tráfico, cuando las calles estaban solas, ese día por ir al hospital por
primera vez en meses había faltado a su rutina, ese día sin saberlo había
burlado al destino.
Paso una semana más, trabajando como siempre, la nueva familia hacia
planes, la Hermana María tenía que arreglar la situación del niño, ahora la
ligaba algo más que una actitud caritativa, ahora era un lazo familiar que
quería formalizar, hizo llamadas, consulto funcionarios, cobro favores,
chantajeo a políticos ambiciosos que buscaban mejorar su imagen, utilizo el gran
poder que le dieron tantos años de ayudar desinteresadamente, de pensar siempre
en el prójimo, de renunciar a una vida por buscar la mejoría de los demás, ahora
era el momento de pensar en ella por primera vez, de aprovechar esa única
oportunidad de tener a una familia propia, ahora que sentía lo que por decisión
propia había renunciado muchos años atrás, la bendición de ser madre.
Los favores pendientes fueron cobrados, las presiones a los funcionarios
tuvieron respuesta, el chantaje a los que traficaban por su imagen tuvo
resultados, les dieron una cita para presentar su caso, un Abogado de lo
familiar les dio mucha esperanza, no había denuncia por robo o extravío del niño
por lo que se les facilitaban las cosas.
Llego otro lunes, día de entregar la comida, subió las cosas a la camioneta
y partió al albergue, temprano como siempre, pero esta vez no iba sola, la
Hermana María la estaba acompañando, era el día en que le daban los resultados
en el hospital por lo que de ahí pensaban ir con el médico. Llegaron al
albergue, como la Hermana María era quien manejaba llegaron un poco más tarde de
lo normal, cuando ya había gente en las calles, cuando ya había tráfico en la
ciudad, tuvieron que dar dos vueltas para poderse estacionar, ese día paso
normal, una entrega más, dejaron la comida y partieron al hospital...
El doctor estaba ocupado por lo que no las pudo atender, solo les dejo
recado que regresaran más tarde para explicarles del resultado de los análisis,
ella decidió esperar, ya no tenía más entregas que realizar, la Hermana María
ahí la dejo y salió para ver más pendientes.
El medico regreso y con ella hablo, estuvieron una hora hablando del
resultado de los análisis, le entrego una receta con unas indicaciones y salió,
antes hizo una llamada a la Hermana María avisándole que a la casa iba, ya en la
calle avanzo una cuadra cuando sintió un golpe seco, todo se oscureció, nada
supo hasta despertar por un baño de agua fría amarrada a una silla, en un cuarto
con las ventanas tapiadas, con un tipo mal encarado viéndola de frente
franqueada por otros dos, todos viéndola fijamente...
¡Que milagro princesa!, hace mucho que no te veo, justo desde que te
desapareciste con algo que me pertenece… Y sin decir nada más en la cara la
golpeo, tenía un guante puesto con un armazón que cubría los dedos, de fierro,
cada golpe que le daba desfiguraba su cara, ella solo escupía sangre con pedazos
de dientes, la nariz era ya una masa deforme de carne, la boca desecha,
abierta...
¿En dónde está el niño? le preguntaban con cada golpe que le daban... No
sé, lo deje cuando esa noche corría, me dio mucho miedo y lo deje en la puerta
de una iglesia.
De nuevo un golpe, más sangre, su ojo derecho completamente cerrado por
recibir tantos, de nuevo la pregunta, de nuevo le pegaron, ya tenía la cabeza
colgando, navegando en la inconciencia, la despertaban con agua helada solo para
desmayarla de nuevo, la misma macabra cadencia por horas recibida, la Hermana
María ya la buscaba por toda la ciudad, preguntando en todos lados, angustiada
por no saber en dónde estaba.
Cuando ya no despertó con los baños de agua fría la desamarraron y la
dejaron tirada en una esquina, iban a esperar unas horas para que se recuperara
para seguir con el interrogatorio, tenían que estar seguros de que en verdad ya
no lo tenía, así les tomara el tiempo que les tomara, aun si fuera necesario el
arrancarle toda la cara en pedazos, eran la consigna que ahora tenían.
Pasaron un par de horas y regresaron, ella seguía tirada, vestía una
playera que ahora estaba manchada de sangre, su falda levantada dejaba ver sus
piernas, ahora ya repuestas, torneadas por la buena alimentación, por caminar
todos los días, esto lo notaron y de su falda la despojaron, le quitaron la ropa
interior y entre los tres la empezaron a violar, primero el jefe, después los
otros dos, se tomaron su tiempo, no tenían prisa, ella estaba desmayada por lo
que su flácido cuerpo a sus bajas acciones cedía, la movían de lugar, la ponían
en diferentes posiciones, se convirtió en un perverso juguete para esos tres
enfermos de la mente, cuando termino el tercero de nuevo el jefe volvió a
empezar...
Mientras la violaban se empezaron a drogar, turnándose cada vez, la movían
de lugar como si solo fuera un mueble más, la imprudencia por verla desmayada y
estar drogados tuvo su consecuencia, habían dejado una pistola junto a sus
pantalones tirados, en su juego de estarla moviendo por toda la habitación nunca
se dieron cuenta de que la pistola quedo bajo su cadera, cuando termino el que
estaba en turno fue a la mesas donde estaban los otros dos, para seguir
drogándose, para tomar las cervezas que habían llevado hasta ese lugar.
Cuando los tres estaban de espaldas, ella abrió su único ojo medio sano,
tomo la pistola que sintió debajo de ella y disparo sin darle a nadie, todos se
agacharon cuando oyeron el disparo, corrieron mientras ella disparaba de nuevo,
ahora sentada, tomando la pistola con las dos manos, sin dejar de disparar hasta
que a uno de ellos acertó, fue al jefe, al traficante que le dio de lleno en la
cabeza, los otros dos cuando lo vieron caer salieron corriendo de la habitación,
ella llorando dejo caer la mano con la pistola a un lado, lloraba por lo que le
habían hecho, por como la habían violado, por como la habían golpeado, por la
noticia que el médico le había dado...
Y sin pensarlo de nuevo levanto la pistola poniéndosela en la sien, con esa
misma determinación y sin pensarlo más acciono el gatillo, un certero balazo
entro por un lado de su cabeza saliendo por el otro, se fue de este mundo sin
decir nada, sabía que mientras ella viviera nunca la iban a dejar en paz hasta
saber que había pasado con el niño. Ella nunca les dijo que aún lo tenía, nunca
les dio su actual dirección, nunca le pudieron sacar nada, se fue sin decir una
palabra, ni a sus captores ni a la Hermana María, que no le pudo decir lo que le
dijo el doctor cuando fue al Hospital... Que tenía cáncer en su fase
terminal.
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