Es la primera sonrisa que recibe a todos los que llegan a esa gran oficina,
es la recepcionista, una persona de trato muy amable, siempre sonriente, es muy
grato escucharla cuando por teléfono te atiende...
Nunca ha sobresalido por su inteligencia, es una de esas personas que no
necesitan ser tan inteligentes para poder ganarse a la gente, cada rincón de
esta vida tiene diversas aristas, todas distintas, todas variadas, como un
enorme rompecabezas donde cada pieza es diferente para poder acoplarse todas
plenamente, diferencias que no hacen más o menos importantes a los seres, solo
los hacen diferentes...
Eternamente sonriente, para algunos la sonrisa es la mejor careta, el modo
más sabio para ocultar las tristezas...
Tiene ya diez años trabajando para esa empresa, ya está llegando a los
cuarenta, una ancianidad en el mundo empresarial, ha sentido mucha presión, más
de una quiere su lugar empezando por su jefe que la quiere reemplazar, por su
antigüedad no la pueden despedir, el costo de un despido para la empresa seria
elevado, la táctica que su jefe aplica es el presionarla para obligarla a
renunciar.
Su superior es un tipo hosco, presuntuoso, siempre anda enamorando a todas
las asistentes, es conocido por sus innumerables aventuras, por su falta de
ética, por tomar decisiones sin pensar con la cabeza, por dejarse llevar
pensando con la bragueta. La presión que tiene sobre ella es mucha, se ha
quedado sin uñas por mordérselas por ansiedad, sus compañeras la ha escuchado
llorar encerrada en el baño, la depresión con su belleza está acabando.
La necesidad le obliga a seguir aguantando, ella no le tiene miedo al
hambre, si estuviera sola nada de eso aguantaría pero tiene una hija que vale
mucho más, que dejarse vencer por los caprichos del enfermo ser…
Ahora le han cargado más el trabajo, le han dado responsabilidades de otro
departamento, movimientos contables de los que no tiene conocimiento, sencillos
para quienes tengan principios de contabilidad, completamente extraños para
quien no acabo la escuela elemental.
Le entregan papeles y más papeles, con un limitado tiempo de respuesta,
siente como la impotencia de su cuerpo se apodera, aquellas simples hojas le
pesan más que si fueran de metal, encrucijadas que carcomen su capacidad
mental...
Termino todo lo que le asignaron, le llevo una semana hacerlo, tomo todos
los documentos ordenados en carpetas y partió al privado de su jefe, toco la
puerta, después de un buen rato esperar le permitieron entrar, paso, cerró la
puerta, dejo todo en el escritorio quedándose parada sin decir palabra, viendo
como empezaban a revisar todos los reportes, sin verla, sin invitarla a
sentarse, sin saludarle...
Según avanzaba la revisión vio como el rostro del juez escudriñador empezó
a cambiar, se veía como se enrojecía su calva incipiente, un par de hojas más y
un manotazo en el escritorio dio, como un martillo en un tribunal, como dictando
una sentencia de muerte al acusado grito… ¡Esta todo mal! ¡Se te dijo mil veces
cual era el criterio que tenías que manejar, cuáles eran los montos de
referencia, los índices que tenías que respetar y nada de esto esta
correcto!
Ella con un nudo en la garganta aclaro... Pero si todo lo hice de acuerdo
al parámetro de precios que me dieron, use el que me diste, el mismo que use
todo el mes pasado...
¡Pero que torpe eres! ¡Tienes diez años trabajando en este departamento,
sabes perfectamente que cada mes hay un ajuste de estándares, cada mes se
entrega los nuevos parámetros, no puedes usar el mismo del mes pasado! ¡¿Cuál es
el problema contigo que no entiendes cosas tan básicas como esto?! ¡Razona más
un maldito animal!...
Eso basto para acabarla de derrumbar, llevándose una mano a la boca, con
palabras temblorosas le contesto... Sabes perfectamente que siempre he estado en
recepción, todos estos años solo atendí gente, nunca tuve manejo de
expedientes, no tengo experiencia con inventarios, ¿porque me haces esto? tengo
casi diez años trabajando para ti, nunca te he pedido nada, nunca te he
reclamado nada, todo lo he aceptado, a nada me he negado, ¿porque me tratas como
un mueble más que intentas cambiar ahora que pretendes toda tu oficina
remodelar? ¡Que es lo que por tus venas corre que no tienes el menor
sentimiento, acabas con las personas sin tener remordimiento!...
Soltando todo lo que tenía clavado en lo más hondo de su alma saco con esas
palabras la poca fuerza que le quedaba, se derrumbó llorando sobre una silla,
con su cara perdida entre sus manos, encorvada, vencida.
Él se le quedo mirando y sin el menor gesto de arrepentimiento le dijo en
tono despectivo... ¡Si no puedes cumplir en tu empleo dale la oportunidad a
quien si pueda hacerlo, llévate todo esto y empieza de nuevo!
Y sin decir nada más salió de la oficina, ella no podía creer lo que había
escuchado, no quería creerlo, le era imposible, así se quedó, llorando
desconsolada, le tomo veinte minutos dejar de hacerlo, se levantó, sus ropas
arreglo, tomo los documentos, se limpió como pudo el maquillaje y salió de ahí
para pasar al baño, fue a arreglarse, viéndose al espejo mientras corregía el
rímel, se maquillaba de nuevo, analizando al reflejo que fijamente la veía, las
arrugas que le confirmaban que no era más una niña, las canas que se asomaban
bajo la capa de tinte, las arrugas que se formaban en su hermoso cuello, los
ojos rojos por el llanto tenían ahora una mirada decidida, se daba cuenta que en
esa empresa con lágrimas nada arreglaría...
Salió del baño, fue a su lugar, acomodo los papeles y sin decir más de
nuevo todo el trabajo lo volvió a empezar...
Termino la jornada, preparo sus cosas y a su casa partió, no había nada que
la consolara más que ver la sonrisa de su hija, paso por ella con una vecina que
todas las tardes se la cuidaba, llegaron a su casa, repasaron la tarea, preparo
la cena, las penas por un momento fueron olvidadas, superadas por mucho por esa
sonrisa traviesa, no había nada que se comparara en este mundo al placer de ver
a su hija contenta...
Terminaron de cenar, recogieron los platos, limpiaron la mesa, pasaron al
living a ver un rato la novela, para las nueve en punto ya estaba su hija
acostada, le dio la bendición, rezaron un poco, espero hasta que quedara
dormida, salió de su cuarto cerrando despacio la puerta...
Se metió a bañar, se puso una ligera bata, tomo el teléfono e hizo una
llamada... Ya puedes subir, ya está dormida.
Hablaba con el padre de su hija, él no tenía contacto con la niña, no le
interesaba tenerlo, solo quería tener a su disposición a la Madre, cada que
quisiera, cada vez que se le antojara, cuando de sus otros juguetes se
aburría... A cambio le daba mes a mes para los gastos de la escuela, para el
departamento que habitaban, para todos esos gustos que a su hija le
encantaban.
Tocaron la puerta, ella abrió… ¿Por qué tardaste tanto? ¿También para
acostar una niña se te complican las cosas? Le grito esa voz que por diez años
siempre la humillo y haciéndola a un lado con la mano a la recamara de ella se
dirigió…
Ella como siempre sin decir lo dejo pasar, pero ya no con la misma mirada,
mientras caminaba tras el recordaba cuando era la nueva empleada, como para su
jefe se convirtió en un trofeo más para colgar en la pared de su orgullo
personal, ella lo acepto porque cuando se lo proponía era realmente encantador,
nunca esperaron que de inmediato se fuera a embarazar…
Nadie sabía que tenían una relación, ella a todos sus conocidos les comento
que el padre de su hija era un ex novio que a la guerra partió, que nunca
regreso. Esas visitas solo eran conocidas por ellos dos.
Entraron al cuarto, él se desnudó, sin verla, sin decirle nada, para el
ella solo era su ramera, una prostituta que no valía la pena ni el sacar su
billetera, se acostó en la cama, cerrando los ojos, esperando sentir su boca
dándole el servicio, tal como previamente se lo había instruido.
Sintió como ella se subía a la cama, como se sentaba en sus piernas, como
siempre lo hacía, preparándose para hacer lo único para lo que realmente
servía…
Él estaba listo para sentir su boca haciendo su impecable trabajo cuando
sintió algo que no eran sus labios, abrió los ojos justo cuando vio su virilidad
perder de tajo, vio como nunca espantado que en una mano ella tenía su miembro y
en la otra un cuchillo afilado, el pavor se apodero de su cuerpo, de su cabeza,
de su lengua, cuando el shock le permitió gritar ya era demasiado tarde, un
segundo ataque ya estaba en su cuerpo plantado, como un pequeño brazo el mango
del cuchillo de su pecho salía, mientras la sangre del corazón trozado brotaba
imparable, así murió, viendo el techo, con una mano en un vano intento de
zafarse del instrumento que cumplió la sentencia que esa tarde le habían
dictado…
Ella vio su obra terminada, después, con toda calma, saco las bolsas de
plástico que tenía debajo de la cama, jalo el cadáver al baño, con todo y
sabanas, lo puso en la bañera, trajo una sierra y con meticulosa paciencia ese
cuerpo empezó a desmembrar, no tenía prisa, tenía toda la noche para hacerlo,
para poner cada parte en bolsas aparte, a las manos le corto las huellas
dactilares, a la cara le desprendió la piel, le quito los trabajos dentales, una
parte iba al rio, otra a tiraderos, algunos más al bosque, otros al triturador
de la cocina…
Esta tarde había aprendido que si te lo propones puedes hacer cualquier
cosa, aunque no hayas estudiado contabilidad anteriormente, aunque nunca hayas
matado a nadie… Previamente.
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