viernes, 29 de enero de 2016

Una mujer muy decidida…

Una mujer iba caminando por la calle, con una cara muy seria esperaba a que le contestaran el teléfono, cuando escucho que contestaban, enfurecida le reclamo a quien le tomaba la llamada…


Solo te hablo para decirte que ya no te vas a burlar de mí, que se acabó tu juguete. Que no intentes buscarme porque ya estoy decidida a nunca más verte ni a contestar las llamadas – Guardando silencio un segundo y contestando de inmediato – ¿A las siete? Está bien, te espero en la casa – A lo que sin decir más, terminó su llamada, caminando con la cara alzada. Orgullosa seguía su camino esa diva… Feliz de ser una mujer tan decidida.



jueves, 28 de enero de 2016

Más allá…

Una joven puberta estaba sentada en la mesa de una plaza comercial, leyendo y mandando textos como la experta que era, en ese ciber lenguaje tan lleno de códigos, que solo usan y entienden los adolescentes. Se sonrojaba por los atrevidos mensajes que recibía, pero más, por lo audaz de sus propias respuestas, aceptando propuestas que iban más allá de su edad; de la edad de quien las enviaba y de la edad de quien las recibía.

Se escribía con un novio de su edad, con quien llevaba un par de meses de relación, estaban en lo más profundo y atrevido de su chat cuando se cayó el Internet. La joven, poniendo una cara de frustración y maldiciendo por dentro reviso su conexión y se dio cuenta que efectivamente no tenía señal, no había forma de continuar sus mensajes, bajó su móvil, que aún lo sostenía con las dos manos, apoyándolo en la mesa y con una mirada de profunda frustración miro al frente, donde un joven de su edad le devolvía la misma mirada de frustración, también sosteniendo su teléfono con ambas manos.

Ambos se vieron sin saber que decirse, eran esos mismos novios que hace un instante se devoraban en textos y que ahora no sabían cómo reaccionar, sin el poder de la señal en su celular. Solo hicieron lo que cualquiera de su edad haría en un caso de emergencia como ese… Bajar la mirada, levantarse de la mesa y cada uno partir por su lado a su casa, para poder conectarse de nuevo y continuar con esa conversación que no podía terminar así, a medias.


¡No Señor! Una vulgar falla de la tecnología no era un obstáculo para una relación que iba más allá de lo terrenal… Y más allá, de lo que pudiera comprender cualquier mortal, que tuviera más años de edad.




domingo, 24 de enero de 2016

No hay sonrisa que dure tan poco...


Jugando a ser madre…

Una niña estaba sentada en el suelo, jugando con varias muñecas, cada una con un rol bien definido, estaba la mamá, el papá, la abuela y tres hijas.

No, no juegues con eso, te vas a lastimar y me vas a dejar todo tirado – La niña decía mientras movía las muñecas que hacían el papel de la mama y de una de las hijas.

No hagas tanto ruido, que vas a despertar a tu papa, no vez que llega muy tarde de trabajar – Argumentaba la pequeña en el papel de la mama muñeca a otra de su muñeca hija.

¡¿Quién hace tanto ruido que no me deja dormir?! ¡Mándame al cuarto a la mocosa que hace tanto ruido para enseñarle a respetar! – Decía la niña, tratando de hacer una voz grave, mientras tomaba al muñeco papá, agitándolo para darle ese sentido de enojado que quería expresar.

No, no, prometo que ya me voy a portar bien – Decía la niña, haciendo una voz más aguda para intentar darle un tono de drama mientras tomaba la muñeca hija.

¡Ve con tu padre, que bien merecido te lo tienes! – Decía la pequeña, mientras movía a la muñeca mamá – ¡Y cierras la puerta para no escuchar como lloras cuando te de tu lección! – Concluyo en un tono muy enojado, el argumento de la muñeca mama mientras la agitaba enfrente de la muñeca hija.

En eso estaba, cuando se escuchó que cerraban violentamente la puerta de la casa – ¡Quien ha dejado la puerta sin seguro! – Grito el padre de la niña, que estaba llegando de trabajar y como todos los viernes, llegaba después de pasar por la cantina.

La niña escuchó como su mamá intentaba calmar a su papá, pero sabía que era inútil, cuando llegaba borracho el padre no entendía de razones – ¡Mándame a esa mocosa para enseñarle a cumplir las reglas de esta casa! – Gritaba el ebrio mientras jaloneaba a su esposa, quien intentaba detenerlo en una lucha que ya tenía perdida, desde el mismo día en que se habían casado.

La niña, aterrorizada, corrió para buscar donde desaparecerse, intento entre los muebles, en el armario, debajo de la cama. Buscaba donde ocultarse pero no encontraba; ya le era muy difícil esconderse… Con ese embarazo de ocho meses.


Cansada por el peso de su vientre, ya solo se quedó sentada, esperando a su padre la encontrara, mientras continuaba jugando. Cuando le había preguntado a su mama que le pasaba a su cuerpo, ella le había dicho que no se preocupara, le había prometido que en un par de meses todo iba a ser como antes… Cuando sin tanto peso, solo se la pasaba jugando a ser madre.




sábado, 23 de enero de 2016

A partir de eses instante…

Un hombre mayor aconsejaba a un joven que se acababa de casar – El secreto para conseguir que un matrimonio dure muchos años, es que te cuides siempre – El joven, al escucharlo, le brotó una gran sonrisa  – Si, eso mismo pienso yo. Soy vegetariano, no fumo ni bebo. Hago ejercicio por lo menos media hora todos los días, nunca me desvelo. Eso es algo que siempre he hecho y ahora con mi esposa pienso seguir en lo mismo, quiero durar muchos años para ver crecer a  mis hijos. En todo nuestro noviazgo siempre la llene de detalles y eso es algo que no pienso dejar de hacer – Comentó orgulloso, el recién casado.


 – ¿Y usted? ¿Cómo se ha cuidado para mantener tan unido su matrimonio? – Le preguntó el joven al señor otoñal, quien muy serio le respondió – Mi único secreto, para que mi matrimonio haya durado tantos años… Es que nunca salgo con mi amante, a ningún lado – Y con una gran sonrisa, palmeándole la espalda, el experimentado señor se alejó; dejando al joven procesando el único aprendizaje, que al final, mantuvo tan unido su matrimonio… A partir de ese instante.





jueves, 21 de enero de 2016

Y te dije…

Y te dije – Ven –… Y viniste sin preguntarme más.

Te dije – Bésame –… Y me besaste como si fuera el último beso, que me dabas en tu vida.

Te dije – Abrázame –… Y llenaste mi ser con un abrazo, que me dijo más que mil palabras.

Te dije – Acompáñame –… Y te sentaste a mi lado, sin decir nada, solo recargada en mí, abrazada de mi brazo

Te dije – Nunca me dejes –… Y me volteaste a ver, con una cara tan seria, que no tuviste que decir más. El rodar de una lágrima por tu mejilla me afirmó lo que tanto temía, que a partir de ese día, ya no ibas a ser mía.


Y te dije de nuevo ­– Ven –… Pero el eco de mis propias palabras llenó el vacío de tu muda respuesta, que ahora se afirmaba, con una lágrima mía.






miércoles, 20 de enero de 2016

Casi perfecta…

Hoy tuve un sueño, soñé que todo era perfecto, que no había mortificaciones por dinero, que a mi lado dormía la persona anhelada en una casa que ya estaba pagada. Durmiendo en una noche fresca, sin frio excesivo ni calores sofocantes, sin ruidos de coches que pasaban afuera de la ventana, sin pendientes que nublaran mi mente, sin preocuparme en tener que estar al día siguiente, en algún lugar presente.

Hoy he despertado, en mi mundo perfecto. Donde tengo mortificaciones de dinero, por comprarme las cosas que quiero. En el que vivo en una casa rentada, que me da la libertad de mudarme, simplemente cuando quiera cambiar de aires. En mi cama aun duerme quien ahora comparte mi vida, una dama que dista mucho de ser magnifica, de ser una estrella; completamente distinta al modelo de mujer ideal que tenía en mi juventud, tan distinta… Que es casi perfecta.

Afuera de mi ventana ya se escucha el tráfico incipiente de la calle, anunciando los primeros bocinazos que me recuerdan que es la hora de prepararme para irme a trabajar, a cumplir el horario laboral, que es hora de empezar a apurarme, si quiero llegar puntual al trabajo.

Hoy que he despertado, sonrío al recordar mi sueño tan perfecto, y dándole una nalgada a mi dama imperfecta me levanto de la cama, huyendo de los reclamos enfurecidos de quien quería dormir más, no por la nalgada que le he dado, sino porque yo me he levantado cuando aún le faltaban esos eternos cinco minutos más de sueño.

Hoy sonrío por tantas carencias, que para muchos pueden ser vitales, pero que para mí, realmente no son tan importantes. La vida propia ante los ojos de los demás, siempre va a parecer imperfecta; pero cuando tú te vez en el espejo, queriéndote cómo eres, con las carencias que tienes, pero en contacto con la gente que te quiere; te das cuenta de lo feliz que eres, por vivir una vida tan incompleta… Que es casi perfecta.




domingo, 17 de enero de 2016

Te creí algo tan grande...


Un ángel...

Y bajó un bello ángel del cielo, venía con la consigna de enderezar la vida de un hombre muy pecador. El ángel se hizo presente en la tierra en el cuerpo de una bella mujer, era la única forma en que se podía acercar a ese varón.

El ángel preparó las cosas para que se pudieran conocer como algo casual, como una coincidencia de la vida. Ambos se conocieron y el hombre de inmediato quedó prendado del dulce mirar de esa mujer en la que se encarnó el ser celestial.

El ángel, con el trato, intentaba llevar al hombre pecador por el buen camino a como diera lugar; el pecador, con el trato, intentaba seducir en todo momento, a esa mujer que lo tenía tan encantado…

El tiempo pasó, y el trato entre esos dos se hizo cada vez más profundo… Con los años, ese hombre enderezo su camino, dejó los vicios, dejó de robar, de estafar. Ahora tenía un trabajo honrado y dedicaba sus tiempos libres a ayudar a la comunidad.

El ángel, cuando vio cumplida su tarea, desapareció de la vida de ese hombre reformado y se preparó para ir al cielo; Pero le fue negada la entrada.

Fue despojado de sus alas y fue enviado al infierno, donde vive condenado al fuego eterno. El pecado capital de la lujuria puede ser perdonado a un ser mortal, pero nunca se le perdona… A un ser celestial.




sábado, 16 de enero de 2016

Un trágico final...

- ¡No me dejes, si me dejas me muero!… - Él le rogaba amargamente, pero ella ya estaba resuelta a dejarlo y sin pensarlo dos veces, en ese instante lo abandonó.

Y tal como él lo predijo, lo peor sucedió… En el mismo instante en que esa batería lo dejó, ese teléfono celular, a mejor vida pasó.



viernes, 15 de enero de 2016

Una fuerte lección...

Un niño de seis años, aburrido por no tener con quien jugar, hacía de la cocina su patio de juegos. La madre, quien estaba preparando la comida antes de irse a trabajar en su segundo turno del día, le gritaba que estuviera en paz. El niño, como pasa en muchos pequeño de su edad cuando están aburridos, no hacía caso de los reclamos de su madre; estaba muy concentrado agarrando vasos, platos, sartenes y cucharas para usarlos como tambores, en un concierto del que él mismo escribía la música que iba ejecutando.

La mama, ya fuera de sí, le grito nuevamente - Deja de hacer ruido, si no lo haces, voy a hacer que te acuerdes de mí…- 

El niño siguió jugando, la madre aventó las cosas que tenía en las manos, corrió a donde estaba jugando su único hijo y ciega de furia le dio la lección que le había prometido; una lección donde el niño aprendió a jugar sin hacer tanto ruido… Así cómo también tuvo que aprender a comer de nuevo, a caminar nuevamente, a hablar cuando pudo de nuevo emitir palabras, cuando después de varios meses despertó del coma que le produjeron los golpes que recibió, cuando la madre decidió, darle esa fuerte lección.




Tras un beso...


jueves, 14 de enero de 2016

La abeja y la flor…

- ¿Me quieres? - Le decía una flor a una abeja que todos los días la visitaba. - ¿Cómo puedes dudar de mí, si todos los días como de tu miel y beso cada uno de tus pétalos…? - Le contesto la abeja, a lo que la flor le replicó - Es que siento que solo vienes por interés, solo por estar un momento conmigo y después has de volar para verte con otras. 

- No, yo nunca haría algo así, solo tú eres la única en mi vida…- Le decía la abeja mientras volaba suavemente alrededor de ella, tocando apenas sus pétalos, lamiendo con pasión el centro de su ser, para sentir como la miel salía del interior de esa flor,  lamiendo suavemente entre murmullos de placer que daba esa bella flor.

La abeja, después de satisfacerse, se quedaba mucho rato con esa flor, platicando de todo y de nada, riendo de tonterías, hablando de cosas muy profundas y terminando con banalidades que solo les sacaban una sonrisa. Después la abeja se despedía y volaba hacia nuevas flores, a comer de su miel, flores a las que les repetía las mismas promesas de amor. Una técnica ya muy pulida de tanto practicarla con cuanta flor se encontraba en su camino, hasta que su sed quedaba saciada y regresaba a su panal, solo para esperar el nuevo día.

Sus días siempre inician con esa flor, que era una blanca rosa de castilla, de pétalos perfectos,  de una perfección que solo pueda dar la naturaleza, que solo lo da lo natural.

Ese nuevo día, muy temprano, la abeja voló de nuevo, para dirigirse a esa bella rosa, cuando llego notó de inmediato que sus pétalos habían perdido color, ahora estaban perdiendo su color, su lozanía. Ahora se veían opacos, resecos, en ese momento supo, que su amada moría…

Ya no había miel que la atrajera, voló cerca de ella, llamándola. La flor, al escuchar a la abeja, le dijo, - Has vuelto, me da mucho gusto verte - La abeja no pudo responder nada, no podía decir palabra, estaba muda ante una realidad que había visto muchas veces, pero que hasta ese momento le había afectado, no sabía que pasaba, pero sintió como algo dentro de ella también moría, al ver como esa hermosa rosa, sus pétalos perdía.

La abeja no pudo alejarse de ella, se quedó junto a la flor, viendo cómo se marchitaba por completo, como el viento le arrancaba los pétalos ya secos; la flor ya no le decía nada, hacía tiempo que había dejado de hablar, de suspirar, de soñar… De vivir.


La abeja, muda veía como desaparecía algo tan perfecto, su sed de visitar a las otras flores desapareció. Todo para esa abeja murió, cuando vio caer el ultimo pétalo de lo que fue una rosa perfecta, de lo que pensaba que era solo una más, de entre todas las flores que visitaba cada mañana. Con la única diferencia… Que esa era la única flor, con la que realmente hablaba, cuando estaba acostumbrada a solo hacer, lo que la naturaleza le ordenaba, con cada flor que por su vida se encontraba. 



miércoles, 13 de enero de 2016

Descubriendo misterios...

Era una tarde de verano, en la esquina de una calle muy transitada un niño miraba fijamente al cielo, con su carita levantada completamente hacia el cielo. Los que pasaban a su lado volteaban a ver qué era lo que el niño veía con tanta fijación, parejas de novios se paraban, algunas personas mayores detenían su andar, un par de atletas que detuvieron su trotar vespertino, ejecutivos trajeados no pudieron evitar la curiosidad, estudiantes que pasaban también se pusieron a escudriñar el cielo.

- ¿Qué es?
- Deben ser la forma de las nubes, mira las figuras curiosas que están formando
- No, debe ser la reflexión de la luz, ve que bellos colores se ven entre las nubes
- ¿No es esa ave que vuela majestuosa?
- Debe ser ese avión que dejo su estela de humo

Cada uno de los que se habían detenido para buscar lo que el niño veía con tanta fijación hacia sus propias teorías de lo que en el cielo veían, ya se había formado un pequeño grupo alrededor del niño, todos volteando al cielo, algunos usando sus manos como visores para poder ver mejor, todos intentando adivinar que era la maravilla que tenía cautiva la atención de ese niño. El pequeño por su parte, solo escuchaba lo que comentaban los demás viéndolos de reojo, pero nunca bajando su cara dirigía al cielo.

En eso estaban, cuando llego la madre del niño, a quien tomó con cariño del cabello y le dijo en ese tono de voz, que solo una madre es capaz de reproducir… - Ya puedes bajar la cara bebe, ya tu nariz ha dejado de sangrar.

El niño, con una gran sonrisa, bajo su rostro, mientras una muchedumbre de curiosos tomaban de nuevo su camino, comentando cosas sin sentido, como aparentando que ese momento de estar espulgando el cielo… Nunca hubiera sucedido.




martes, 12 de enero de 2016

Despertares…

- ¿Oye mama, que están haciendo esos dos? - Pregunto el hijo mutante a su madre, señalando con una de sus seis manos a una pareja que estaba sentada en una piedra, viéndose de frente mientras frotaban sus brazos inferiores.

La mama mutante volteo a ver a la pareja y sintió como se sonrojaba su rostro, mientras volteaba a ver a su hijo con dos de sus cuatro ojos, mientras con los otros seguía viendo a ese par que no dejaban de frotar sus brazos. - Nada hijo, no están haciendo nada, solo están jugando…

El pequeño mutante sonrió a su madre dejando ver sus incipientes colmillos y sin decir nada más, volteo de nuevo a ver a la pareja, que ahora se frotaban los brazos con mayor insistencia, mientras se veían con los cuatro ojos entre cerrados y jadeaban de forma muy discreta.

La madre sintió como un calor recorría su cuerpo, ahora toda su atención estaba en la pareja, que cada vez frotaban más sus brazos, hasta que con un fuerte suspiro, a un mismo tiempo, ambos se sujetaron con sus seis brazos y terminaron ese extraño juego abrazados, ambos con una gran sonrisa.

La madre sentía como ese calor interno recorría su cuerpo y sin darse cuenta, mientras veía lo que pasaba con esa pareja, le apretaba cada vez más la mano a su hijo, quien sin comprender que es lo que pasaba, sentía un extraño placer al sentir la mano de su madre que lo apretaba mientras veían lo que pasaba con esos dos.

Cuando la mama se dio cuenta de que su hijo no perdía la vista de la pareja lo volteo de inmediato, y dando la espalda a los enamorados que continuaban abrazados se alejó jalando a su hijo, quien volteaba a verlos, sin comprender que era lo que pasaba, sintiendo algo nuevo que no había sentido. 

Ahora caminaba junto a su madre, mientras frotaba su pequeño brazo inferior en su cuerpo, sintiendo un gran placer, mientras sentía como un tentáculo crecía y salía desde un extraño pliegue que tenía en su pequeño antebrazo, un tentáculo del que le habían enseñado… Que solo servía para ir al baño.